“¡España, España, España!” El Sol (Madrid), 12 de agosto de 1931 Venimos observando una tendencia, hija de pereza mental revolucionaria, a creer que se solucionan cuestiones no más que con motes. Los de república, republicano, revolución, revolucionario y otros de la misma laya adquieren ya un sentido mítico y hasta mágico. Y junto a ellos, para condenar ciertos hechos, cuando no se encuentra bien a mano la justificación histórica de la condena, basta con achacarlos a la Monarquía, así, sin más. Basta decir de algo que es de origen monárquico para que se dé a entender haberlo dicho todo. ¡Santa simplicidad y bendita pereza! Pero ¿es que en los siglos de Monarquía española unificada no hubo pueblo español, y este pueblo español no tuvo voluntad, también española, y no la incorporó a la Monarquía con que se daba a sí mismo unidad? Y voluntad muchas veces radical, es decir, de raigambre y de raíces. Voluntad radical española, de raíces y no sólo de follaje, no sólo de hojas, a...