LAS OTRAS CARAS DE LA LUCHA DE CLASES.

LAS OTRAS CARAS DE LA LUCHA DE CLASES.

          
                     


LAS OTRAS CARAS DE LA LUCHA DE CLASES. 
                       

 La lucha de clases, el motor de la Historia para los marxistas, desde finales del siglo XIX y casi todo el siglo XX ha tenido como combatientes a proletarios y burgueses; actualmente, tras la caída del muro de Berlín y el pretendido “fin de la Historia” sigue existiendo en el siglo XXI, pero disfrazada y fragmentada de manera consciente. Aunque los contendientes siguen siendo los mismos, uno de ellos; el del antiguo proletariado, se ha revestido con traje de camuflaje apropiándose por añadidura del discurso propagandístico dominante para explicar y defender la guerra que enfrenta a los dos bandos beligerantes. Siguiendo estos razonamientos la burguesía sigue siendo presentada como la clase que odia todas las libertades, salvo la económica y que defiende la propiedad privada como medio de detentar su poder y continua siendo etiquetada como explotadora y fascista. En cambio, el tradicional proletariado se presenta así mismo como diversos y diferentes  activistas defensores de causas variadas  que aparentemente no tienen sesgo ideológico alguno y por tanto pueden tener la simpatía general de la ciudadanía.  De esta forma  se ha conseguido que la lucha de clases, que anteriormente tenía como escenario  fundamental  la fábrica o en el campo,  se haya trasladado, en el actual mundo digital y virtual, a lugares aparentemente libres de connotaciones políticas   con el  materialismo histórico y que son considerados benéficos en sí mismos sin ver en ellos fantasmas que los  recorran    

    Vamos a presentar  brevemente  algunos ejemplos de lo dicho hasta el momento:

     Tenemos, por un lado, a los defensores del axioma del cambio climático antropogénico que se presentan como los caudillos de la vuelta a la naturaleza prístina pero que en realidad pretenden acabar con el  denominado por ellos sistema de producción capitalista, y afirman  tener  como antagonistas a los que  califican como de“negacionistas" que para los adalidlides del ecosocialismo, son los representantes del neoliberalismo egoísta  que sólo ambicionan enriquecerse apropiándose de la plusvalía generada por el esfuerzo de trabajadores aun a costa de la destrucción de la indefensa biosfera. 

Por otro lado,  nos encontramos a los que defienden que el aborto es un derecho absoluto, un derecho casi natural, de las mujeres,  dichos paladines luchan contra aquellos que niegan la calificación jurídica de "derecho" a la interrupción voluntaria del embarazo, que a juicio de los abanderados de la mencionada potestad femenina, son en realidad quintacolumnistas que tienen por lema: “la mujer en casa con la pata quebrada”y que s en realidad son  defensores emboscados de la esclavitud de las mujeres en el   siglo XXI.

Un tercer sector o grupo  de activistas es el  integrado por los miembros  del  colectivo que tiene por acrónimo: LGTBIQ+, que se proclaman, en su variada diversidad, como un conjunto de personas, absoluta, completa y exclusivamente de izquierdas y claro está, progresistas; si alguno de ellos osa defender ideas tildadas  por ellos mismos como  reaccionarias es calificado automáticamente, o más bien descalificado, de traidor a la causa y al grupo, en consecuencia, automáticamente es considerado un desclasado y será  depurado y expulsado del «paraíso», y jamás podrá volver a disfrutar de las deliciosas ambrosías que conlleva la  pertenencia  al colectivo.

  Junto a estas nuevas manifestaciones de la eterna e infinita lucha de clases globalista e internacionalista, los mismos activistas  reconocen que en cada país  existen  condiciones particulares y que la lucha de clase debe adaptarse al contexto de cada nación . En el caso de  España, por ejemplo, nos encontramos con  los  activistas que se declaran antitaurinos y que tienen como uno de sus objetivos la prohibición de las corridas de toros, que las clases  dominantes que detentan el poder  defienden por considerarlas manifestación de los  valores culturales de España; a lo que los activistas antitaurinos replican que la llamada "fiesta nacional"  es una prueba de la  barbarie y ferocidad  inhumana típicamente española y prueba de la justificada leyenda negra; justo y fiel retrato de España, inherentemente cruel e  e intolerante, que debe ser destruido metafórica o literalmente, según sea el grado de nacionalismo periférico de los autodenominados antitaurinos; eso sí, el nacionalismo que ellos representan  una natural bonhomía y naturalmente progresista 

 Para concluir confesar que estas  líneas son producto de las reflexiones propias del autor. quien, sin lugar a dudas, está dispuesto a la autocrítica ,y, por tanto reconocer públicamente   el desviacionismo que haya podido cometer en este escrito y que desde su evidente y manifiesta superioridad moral señalen las autoridades competentes













 



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