TUSELL
Quizá el más decisivo se refiere al papel de la mujer. En el Código Civil de 1889 había predominado, de hecho, la idea del varón como único sujeto legal de modo que de él dependía la posibilidad de que la mujer tuviera una vida profesional, suscribiera contratos o ejerciera el comercio. Pero la realidad de la condición femenina había experimentado una evolución importante.
En 1900 un 71 por 100 de las mujeres no sabía leer, mientras que en 1930 alfabetas y analfabetas se repartían por mitades; en las grandes ciudades el porcentaje de éstas era inferior al 20 por 100. En 1900 sólo había una estudiante universitaria mientras que eran casi 1.700 al comienzo de los treinta; sólo en 1910 se derogó una disposición que establecía determinados requisitos previos a la matrícula femenina en la Universidad
También en el trabajo la mujer desempeñó un papel creciente hasta tal punto que en 1930 las trabajadoras del textil en Barcelona empezaban a superar en número a los varones. Además existía ya una mayor pluralidad de dedicaciones que a comienzos de siglo: si en 1900 la industria del vestido, el textil y la alimentación cubrían casi el 90 por 100, en 1930 tan sólo llegaban al 65 por 100.
Aunque fue el trabajo en la industria el que más progresó éste seguía siendo un fenómeno relativamente aislado en España. En Cataluña se localizaba el 40 por 100 de la población activa femenina en la industria allá por 1930, mientras que en Granada —o incluso Madrid— más del 80 por 100 pertenecía al sector terciario, principalmente al servicio doméstico. No obstante la parquedad de estas cifras la propia dinámica de la evolución económica introducía nuevas ramas de actividad en que la mano de obra femenina estaba destinada a desempeñar un papel creciente: en 1926 Telefónica tenía 8.750 trabajadores, de los que 3.200 eran mujeres.
La difusión de la eugenesia y de los métodos de control de la natalidad se produjo principalmente durante esas mismas fechas teniendo como protagonistas a quienes eran disidentes políticos (Jiménez de Asúa y Marañón, principalmente).
Tanto en la enseñanza secundaria como en la universitaria el porcentaje del alumnado femenino se duplicó llegando a representar el 31 y el 9 por 100, respectivamente. Cuando hubo divorcio algo menos de un tercio de las demandas fueron presentadas por la mujer y en dos tercios de los casos se referían a comportamientos tan flagrantes del varón como los malos tratos o el abandono del hogar. Aun así no debe exagerarse el impacto de esta medida que ofreció resistencia incluso en los medios republicanos de derecha: entre 1932 y 1933 hubo tan sólo 7.000 divorcios tramitados con 4.000 sentencias firmes.
Fruto de los cambios del país fueron también las mutaciones en las diversiones populares y en los medios de comunicación.
La característica de los espectáculos teatrales y musicales españoles, de larga tradición en España, fue contar con partes habladas y cantadas , pero con temática muy convencional, exhibición de voces y de cuerpos femeninos y escenografía decorativa. Todo este mundo, con muy diversas denominaciones —zarzuela, género chico o incluso ínfimo, variedades— fue la diversión urbana fundamental hasta el estallido de la guerra civil. El fin de siglo y los comienzos del XX supusieron el surgimiento de una cierta transgresión en el terreno de la moral sexual con los espectáculos "sicalípticos". La revista, las "variedades" o los llamados espectáculos "de visualidad" fueron buena prueba de todos esos cambios: en los años veinte estos espectáculos musicales eran lo bastante cosmopolitas como para contar con bailarines negros o tanguistas argentinos. De lo que no cabe la menor duda es de la popularidad de este mundo, semejante al que tendría el disco a partir de los años sesenta (que, en el momento del estallido de la guerra civil, apenas si tenía difusión
Otra diversión tradicional, modificada y, por así decirlo, modernizada en las primeras décadas del siglo, fue el toreo. Quizá la Edad de oro del toreo transcurra entre 1913 y 1920, manteniendo, sin embargo, su esplendor hasta la guerra civil. A partir de la Primera Guerra Mundial una diversión tan popular y tradicional contó con nuevas plazas y, probablemente, reunió multitudes que nunca había logrado hasta el momento: en 1916 se construyó la Monumental de Barcelona y en los años treinta la de Madrid. Junto a esas diversiones populares de carácter tradicional aparecieron también otras, expresivas de la transformación de la vida española. El deporte estuvo, en efecto, muy conectado en sus momentos iniciales con el regeneracionismo (en realidad con él se pretendía la regeneración del cuerpo humano).
La cronología del desarrollo del deporte en España resulta muy clara. Con el fin de siglo se produjo el descubrimiento del deporte como actividad lúdica e higiénica de procedencia extranjera, principalmente británica. Eso explica que, por ejemplo, los primeros partidos de fútbol tuvieran lugar en Huelva, junto a los intereses mineros de Riotinto, o en el País Vasco.
El boxeador vasco Paulino Uzkudun tuvo una carrera francesa y norteamericana y dos tenistas (Manuel Alonso y Lili Álvarez) llegarían a la final de tenis en Wimbledon mientras que el marqués de Trujillos lograba la primera medalla olímpica en hípica.
Ningún deporte alcanzó mayor y más rápida popularidad que el fútbol. En 1930 se pudo escribir que "hoy apenas quedan sin equipo de fútbol ni un lugar insignificante... ni barrio de ciudad secundaria... ni calle de gran ciudad... ni profesión liberal, ni industria o comercio a la moderna... ni en ningún centro recreativo o cultural". Pero la distribución era muy heterogénea, De los 700 clubes existentes en esa fecha la mitad eran catalanes o vascos. El cinematógrafo se convirtió también en otro medio de distracción de masas, en especial a partir de la década de los treinta. Aun así no fue considerado más que como una curiosidad durante mucho tiempo de modo que hasta 1910 Las escasas películas —de las que tan sólo queda una parte muy reducida— se exhibían como complemento de espectáculos teatrales o musicales en los locales destinados a estos esparcimientos. Hasta la Gran Guerra los géneros principales fueron el documental y el cómico, al que se debe sumar el serial de aventuras. En torno a la Primera Guerra Mundial el cinematógrafo empezó a disponer de instalaciones propias. Fue en los años veinte cuando el cine empezó a alcanzar una difusión masiva: En realidad, el cine no fue nunca mudo porque las películas sin sonido eran explicadas o acompañadas por la música en los locales en que se proyectaban. De todos modos la aparición del cine sonoro representó toda una revolución. En 1935 ya había en España unas 3.400 salas de proyección y, de ellas, 1.500 estaban adaptadas al cine sonoro. En cuanto a los medios de comunicación la lectura de la prensa demuestra el considerable progreso logrado no tanto por la multiplicación de diarios como por la mejora de la calidad de los mismos. En efecto, desde el final del XIX se produjo una profunda transformación de los periódicos. La nueva prensa era mucho más informativa y, sobre todo, se libró de la tutela de los grupúsculos partidistas. Al mismo tiempo los grandes diarios tuvieron tras de sí empresas sólidas, se renovaron desde el punto de vista tecnológico a partir de la introducción de las linotipias y procuraron dotarse de contenido informativo, Además, algunos de los nuevos diarios, como ABC, procuraron dignificar la profesión periodística exigiendo dedicación absoluta o pagando sueldos aceptables. Los más importantes tuvieron entre sus colaboradores a destacados intelectuales.
Por citar tan sólo el caso de Madrid, durante los años veinte se editaban una veintena de diarios de las más diversas tendencias, desde el monárquico conservador ABC hasta el liberal intelectual El Sol, pasando por el católico El Debate y los liberales de tono popular y a veces desgarrado Heraldo de Madrid, La Libertad y El Liberal. En torno a 1918 en España había unos 240 diarios y la tirada total podía ser de millón y medio de ejemplares, aunque esta segunda cifra quizá resulte excesiva. Mientras tanto declinaban los diarios de partido, incluso los de tradición tan larga como El Imparcial, en donde escribía Ortega y Munilla, padre del filósofo. Durante la Dictadura de Primo de Rivera tuvo lugar una cierta recuperación de la prensa de partido con la aparición de El Noticiero de los Lunes y, sobre todo, con la conversión de La Acción, un diario maurista, en La Nación, un órgano de prensa al servicio del régimen. Ya en los años treinta apareció Ahora, un diario de gran calidad tipográfica y excelente ilustración que pudo competir con ABC, que en ese terreno había tenido hasta el momento una hegemonía manifiesta.
Pero, además, este período presenció la aparición de un nuevo medio de comunicación, la radio, Novedad radical por lo que tenía de instrumento inmediato de transmisión de noticias, oral e imposible de mediatizar, la radio empezó por llamar la atención de los intelectuales de vanguardia como Gómez de la Serna. El nuevo medio de comunicación fue configurado como "un servicio público, monopolio del Estado" aunque con posibilidad de que éste hiciera concesiones a particulares La primera radio española empezó a emitir a comienzos de 1924, auspiciada por las empresas eléctricas, difundiéndose amplia y rápidamente. La empresa más importante fue, con el tiempo, Unión Radio, de significación liberal aunque en los años treinta debió competir con Radio España, vinculada con el mundo católico. A la altura de 1930 había ya unos cincuenta mil receptores y empezaban a aparecer los informativos que habrían de tener tan importante papel en la vida política de la etapa republicana. El principal fue el titulado La Palabra, de Unión Radio. Durante los años republicanos el número de los receptores existentes creció deforma muy rápida: 145.000 en 1933, 300.000 en 1936 (en Italia 530.000) y también se multiplicó a un ritmo semejante el número de emisoras,
La imagen que se deduce de esta España del comienzo de los años treinta es la de un país que, en un grado menor que otros de la Europa occidental, pero de manera indudable, había iniciado el camino hacia la modernización. La proclamación de la República pareció testimoniar inicialmente que era posible dar este gran paso adelante y de ahí el entusiasmo con que fue recibido el nuevo régimen, pero pronto se descubrió que las dificultades eran mayores de las previstas y de ahí la decepción sentida. Como hemos señalado, da la sensación de que en 1931 la sociedad española era lo suficientemente moderna como para tener un sistema democrático y no ser gobernada por un liberalismo oligárquico, pero no tanto como para que esa democracia fuera estable.
A la altura de 1931 los españoles se encontraban con el reto de transformar la totalidad de la sociedad española utilizando como instrumento el Estado, pero éste era débil e impotente para la tarea que iba a asumir. De 1890 a 1920 el gasto público había aumentado en un 50 por 100 (en Alemania se había triplicado y en Gran Bretaña e Italia todavía había crecido más que en nuestro país) pero aproximadamente un tercio se dedicaba al pago de la Deuda. Toda la política hidráulica del regeneracionismo había quedado reducida a una décima parte por pura impotencia del Estado de la Restauración q. Pero, además, a partir de 1931, este Estado impotente hubo de hacer frente a dos retos añadidos sin cuya comprensión es imposible entender lo sucedido durante la Segunda República: el impacto de la crisis de 1929 y la democracia de masas.
1930. Historia de un año político decisivo, es título d eun libro publicado en 1973 y cuyo autor , Eduardo Guzmán, periodista por vocación, inició muy joven sus actividades, colaborando en distintas publicaciones españolas y americanas. Redactor-jefe del diario madrileño La Tierra en 1930, en 1935, pasó a formar parte de la redacción de La Libertad como editorialista y redactor político. Dos años más tarde se encargó de la dirección del también diario madrileño Castilla Libre. A partir de 1939, Eduardo de Guzmán se ve obligado a abandonar sus actividades periodísticas. En 1946 reanuda su labor de escritor.Traduce al castellano, escribe obras originales, entre ellas España entre las dictaduras y la democracia. En Eduardo de Guzmán, el escritor político va unido al testigo de la lucha política. Su autoridad es, pues, directa. Durante las tres primeras décadas del siglo XX la vida española experimentó en muchos otros aspectos cambios importantes en sentido modernizador.
El año 1930 es rico en acontecimientos políticos fuera de nuestras fronteras En Argentina sucede el primer golpe de Estado de la era constitucional cuando es derrocado el presidente Hipólito Yrigoyen, marcando el inicio de la Década Infame, se inicia la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, también conocida como la Era de Trujillo. Un golpe de Estado en Brasil pone fin a la república inicia el régimen de Getulio Vargas.
En el ámbito cultural tenemos dos autores. sacan a la luz sendas obras Sigmund Freud: El malestar de la cultura y José Ortega y Gasset: La rebelión de las masas.
El malestar en la cultura, trabajo en el que Sigmund Freud (1856-1939) sentó que nuestra especie ha pagado por el progreso el elevado precio de sacrificar la vida instintiva y reprimir la espontaneidad,
José Ortega y Gasset: El concepto de hombre-masa es una de las contribuciones a la historia de la filosofía occidental. Este es el hombre de su tiempo, el conformista al que la vida le parece fácil, que se siente en control de la realidad que le rodea y que no se somete o siente sometido a nada ni a nadie. Es un individuo egoísta y mimado, un ser cuya máxima preocupación es él mismo.
Para España el año 1930 también será un año importante. Políticamente es al año del fin de la dictadura del general Primo de Rivera el del inicio del gobierno del general Berenguer que pretende devolver a la nación a la senda constitucional de 1876, pero es en definitiva el año que sirve de pista de lanzamiento de la II República. Es evidente que sin los acontecimientos económicos, sociales y políticos de 1930 no hubiéramos llegado a unas elecciones municipales en abril 1931 que significaron la sustitución de un régimen por otro.
Nosotros vamos a estudiar el año 1930 español en el presente trabajo, en principio, separadamente, los aspectos económico- sociales los políticos y como preparación a uno posterior que tendrá como núcleo la ley de 27 de agosto de 1931 (Gaceta del 28 de agosto) que estable las atribuciones de una Comisión Parlamentaria de Responsabilidades encargada de:
«instruir cuantas diligencias estime oportuno para depurar y en su día exigir las aItas responsabilidades políticas de gestión ministerial que hayan causado grave material o moral a la Nación, concretándose en las cinco categorías siguientes:
a) Altas responsabilidades de Marruecos
b) Política en Cataluña
c) Golpe de Estado de 13 de Septiembre de 1923
d) Gestión y responsabilidades políticas de las Dictaduras
e) Proceso de Jaca»
Y que tendrá cronológicamente su meta a finales de 1935.
LA ECONOMÍA EN 1930
En la década que va desde 1920 a 1930 el país experimenta un crecimiento económico sin precedentes.
Paul Preston señala este periodo de crecimiento como un proceso de transformación social y política, en términos porcentuales, de mayor envergadura que el ocurrido durante el desarrollismo franquista de los 60-70
De acuerdo a García Delgado y Jiménez,4 entre 1900 y 1930 la renta nacional de España se dobla en términos reales, creciendo un 2 por 100 anual acumulativo
En el campo, se produce un aumento de superficie sembrada, la mejora en las técnicas de laboreo, el uso de abonos y fertilizantes, los incrementos de la productividad y la renovada capacidad exportadora de productos como frutas, hortalizas… Todo ello produce un aumento del producto agrario cifrado en un 55 por ciento entre los años 1900 y 1930.
El producto industrial, por su parte, se duplica entre 1900 y 1930 (en términos per capita crece un 60 por ciento). Se asientan empresas más ligadas a las nuevas tecnologías tales como las eléctricas, químicas, de automoción. También se desarrollan las relacionadas con la construcción naval, construcción residencial, obras públicas, reparaciones y construcciones metálicas…
Pero lo verdaderamente significativo se encuentra en las consecuencias sociales y demográficas de este desarrollo económico. De acuerdo a los datos defendidos por Tunón de Lara , la población activa agraria desciende de un 57% en 1920 a un 45,51 % en 1930. Durante el mismo periodo, el porcentaje de población activa dedicado a la industria aumenta de un 21,94% a un 26,51%, y el de servicios experimenta aún un incremento mayor pasando del 20,81% al 27,98%, siendo las dos ramas de producción más desarrolladas durante la década la de la metalurgia y la de la construcción. Esto implica que a lo largo de la década, la población dedicada a los sectores de producción de la industria y los servicios supera los de la agricultura, y que la población dedicada a este último llega en 1930 a representar menos de la mitad de población activa. Por vez primera en la historia de España, la población dedicada a los sectores secundario y terciario de la economía supera a aquella dedicada al sector primario.
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