ANTONIO ROYO VILLANOVA: EN DEFENSA DE LA REPÚBLICA. LA ASIDUIDAD PARLAMENTARIA.
En defensa de la República
La asiduidad parlamentaria.
Decía Montesquieu, que el recorte de las democracias es la virtud, y claro está en tal palabra, no se comprende solo aquella posición pasiva que suele llamarse austeridad, o sea, la abstención de todo, acto que se ponga codicia, ambición, deseo, impuro, de medio personal que ejerce el poder. hay otra virtud, pasiva, afirmativa, eficiente, dinámica, que consiste en poner todo el entusiasmo y todo el esfuerzo de que uno es capaz en el cumplimiento de los mandatos que se han recibido del pueblo. un ministro que abandonase los asuntos de su departamento, un juez que desatendiese los sumarios que debe instruir con los pleitos que han de fallar, un diputado cortes, que no asiste al congreso, faltan notoriamente a sus deberes, prevarican por negligencia inexcusable y son, ni más ni menos, enemigos de la República. No me atrevo a decir si más o menor logrado el centenar de deportados al golfo de Guinea.
La lentitud con que se está discutiendo el proyecto de legislativo al divorcio, enseguida que un diputado, en uso de su derecho, pide que se cuente el número de votantes cuando se adopta un acuerdo, y como resulta que no llegan a ciento, o tiene que suspenderse la votación o se pasa a otro asunto, sabiendo que tampoco se podrá adoptar resolución alguna con eficacia legislativa, o se acaba lisa y llanamente por levantar la sesión.
Por eso, el señor Pérez Madrigal, que en afortunadas intervenciones parlamentarias, ha demostrado que sabe hacer algo más que interrumpir, tuvo la otra tarde una iniciativa feliz, oportuna y certera: la de pedir que se prive de dietas a los diputados que no asistan a las sesiones, en proporción, naturalmente, hace falta de asiduidad.
Si el ministro de obras públicas para dietas a los ingenieros que no viajan, y el ministro de distribución pública, las abonarse a los catedráticos, que no asisten a los tribunales de oposición de que forman parte, es notorio que versarían los caudales públicos. Pues una cosa parecida está haciendo la comisión de gobierno interior de las cortes, constituyentes, pagando dietas a los diputados que no asisten a las sesiones. Eso de que cobren los parlamentarios…parados es una burla para los obreros sin trabajo.
Merece, pues, un acuerdo la justa iniciativa de Pérez Madrigal. Como hubiera dicho Mariano de Cavia: es toda una “ideica“. Yo, sin embargo, me permito proponer una enmienda, o mejor dicho, una adición. No hay castigarse la falta de asistencia a las sesiones. Al fin y al cabo el sentarse en los escaños rojos tiene el atractivo de presenciar la sesión y de que le miren a uno con envidia los muchos curiosos que se apretujan en las tribunas. Más árabe es la falta de asiduidad parlamentaria cuando se trata de las comisiones, labor, obscura, ingrata, silenciosa, pero la más importante y la más eficaz que se puede hacer en las cortes. Un dictamen elaborado con celo y diligencia y en cuya redacción se han previsto las objeciones de que puede ser objeto, lleva mucho adelantado para obtener una rápida aprobación.Estando representados en la comisión, todos los sectores de la cámara, lo natural es que sea esa intimidad, donde verdaderamente se esclarecen los problemas jurídicos que en el parlamento se plantean, con la serenidad y el aplomo de una discusión sencilla y cordial, sin la “pose“ oratoria de las sesiones públicas y sin la preocupación de las tribunas, sin la obsesión de la galería, sin pensar en las informaciones de la prensa.
Pues bueno es que se sepa que la falta de asiduidad de los diputados a las comisiones es más grave y más escandalosa que la que quiere castigar el señor Pérez Madrigal.
He aquí, en efecto ,copiada textualmente, la carta que acabo de recibir del presidente, de la Comisión de responsabilidades:
“Mi distinguido amigo: convocado el pleno de la Comisión de responsabilidades diversas veces, sin que haya podido reunirse por falta de número, pongo en su conocimiento, que si en la reunión que he dispuesto, sea convocada para el martes próximo, día 16, ocurre lo que en los plenos anteriores, me veré obligado a declinar en los ausentes, toda la responsabilidad y dimitir al cargo que inmerecidamente, me fue confiado, pasando comunicación del hecho al señor presidente de la cámara.
Mande como guste a su justísimo amigo, Manuel Cordero.”
Tiene razón que le sobra el digno diputado socialista. Se trata de una comisión compuesta de 21 diputados, y cuesta trabajo que nos reunamos nueve o diez. Si llegamos a la docena no hubiera escrito el presidente su apremiante carta. Y tengo motivos para creer que no es la única comisión en que hay que lamentar una falta de asistencia.
Núcleo que a ningún diputado le hayan obligado a aceptar el cargo, como hicieron los visigodos con Wamba y los aragoneses con Ramiro el Monje.
El resorte de las democracias es la virtud.
Y la virtud más democrática es la asiduidad.
Por algo dice la Constitución que España es una república de trabajadores.
ANTONIO ROYO VILLANOVA

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