CLARA CAMPOAMOR: LA REVOLUCIÓN VISTA POR UNA REPUBLICANA .(1937)
CLARA CAMPOAMOR RODRÍGUEZ.: La revolución vista por una republicana. ( 1937)
inició en 1936 un exilio de 33 años, la mitad de ellos en Argentina y los demás en Suiza, sin más recursos que los de su trabajo como jurista, profesora, articulista o traductora. Cuando murió en 1972, en Lausana, era un personaje olvidado[...]
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CAPITULO I: EL HORIZONTE EN JULIO DE 1936
Uno de los primeros días de julio de 1936 charlaba, yo con un político del partido del Sr. Martínez Barrio " presidente del Congreso de los Diputados y jefe de la Unión República, vinculada al Frente Popular.
-Martínez Barrio-me decía- está muy preocupado. El gobierno se espera una rebelión de los partidos de derecha y ese gobierno, que en distintas ocasiones ha demostrado su impotencia, está decidido esta vez, en caso de sublevación, a armar a la población civil para defenderse. Vd . se imagina lo que eso supondría: desde los primeros días, diez o doce incendios estallarán en Madrid...
-¡Pero qué locura! Eso supondría desencadenar la anarquía. Hay que evitarlo a toda costa.
-Si, ¿ pero cómo? Es difícil. Le digo que el gobierno está decidido.
-Sin embargo su partido también está representado en el gobierno. Tendrán Vds. su parte de responsabilidad en lo que ocurra.
- ¿Nosotros? Hace tiempo que no pintamos nada. Desde hace semanas los nuestros se limitan, en las reuniones del Consejo, a hacer constar en acta su opinión, para descargarse de toda responsabilidad del cara al futuro. Izquierda Republicana, ya no actúa. Por otro lado, el gobierno carece ya de poderes. Toma decisiones que el presidente de la República rompe de inmediato. Éste interviene personalmente en el gobierno, mucho más de lo que Alcalá Zamora hiciera jamás. Se mete en todo y el presidente del Consejo, " Civilón", que así lo llaman en todas partes carece de voluntad y no reacciona. Mire, hace más de doce días que el gobierno ha decidido nombrar al Sr. Albornoz embajador en París y no se consigue que el presidente firme el decreto.
- ¡Pero sí pueden evitar que se reparta armas al pueblo!. Oponiéndose, cueste lo que cueste, aún rompiendo, si es necesario, el Frente Popular.
Martínez Barrio o no quiere tomar esa responsabilidad, espera a que otros la tomen. Pero la situación es insostenible.[...]
Al haberse impuesto definitivamente los métodos anarquistas, desde la mitad de mayo hasta el inicio de la guerra civil, Madrid vivió una situación caótica: los obreros comían en los hoteles, restaurantes y cafés, negándose a pagar la cuenta y amenazando a los dueños cuando aquellos manifestaban su intención de reclamar la ayuda de la policía. Las mujeres. de los trabajadores hacían sus compras en los ultramarinos sin pagarlas, por la buena razón de que las acompañaba un tiarrón que exhibía un elocuente revolver. Además, incluso en pleno día y hasta en el centro ,los pequeños comerciantes eran saqueados y se llevaban el género amenazando con revolver a los comerciantes que protestaban.
[....] Los comités obreros incluso le negaban al Ayuntamiento el derecho de efectuar las reparaciones necesarias en las canalizaciones, de tal suerte que muchas casas carecían de agua. [....] las mujeres tenían que bajar ala calle para buscar el agua que el Ayuntamiento proporcionaba de grandes depósitos motorizados, para distribuirla al pueblo a la espera de que se reparasen las traídas de agua.
Por orden de los sindicalistas la huelga se extendió a los mecánicos que reparaban los ascensores. Éstos fueron inmovilizados en todas las casas, incluso destrozados por los huelguistas, y mientras tanto los habitantes de Madrid, tuvieron que subir pie sus escaleras.
La guinda de este encantador caos la constituían cinco o seis bombas de dinamita que cada día los huelguistas colocaban en edificios en construcción para hacerlos saltar por los aires. En otro orden de cosas, se recuerda lo sucedido al día siguiente del triunfo del Frente Popular. El gobierno, espantado, temiéndose una revuelta se apresuró en transferir el poder a los vencedores incluso antes de que el Parlamento se hubiese reunido. Los vencedores, no menos asustado se saltaron las etapas y convocaron la Comisión permanente de las Cortes para solicitar el acuerdo de amnistía para los sublevados de Asturias de 1934. Al mismo tiempo, y por decreto, el nuevo gobierno devolvía a los antiguos sublevados los puestos que ocupaban anteriormente, tanto en la administración como en la empresa privada.
Esperaba de esta forma detener la furia revolucionaria desatada por sus propios aliados.
Y la oposición que hoy se encuentra junto a los alzados y que acusó al frente Popular de aquellas prisas, no está limpio de toda culpa ya que sus representantes en la Comisión Permanente de las cortes votaron también a favor de la amnistía, dando así satisfacción a las exigencias de la calle. ¿Podían actuar de otro modo?. Quizá no. Pero debemos hacer constar que de todas las fuerzas políticas, tanto fuera como dentro del Frente Popular, fue el anarcosindicalismo el que arrastró a los demás. El espantapájaros de la anarquía callejera siempre se salió con la suya. sin que los que de este modo cedían obtuvieran la deseada tregua ya que cada éxito, lejos de clamar a los extremistas, los animaba,
Los partidos republicanos que llegaron al poder tras el triunfo electoral, aunque fueron minoritarios en la alianza de la izquierda agotaron sus fuerzas y su crédito moral en dos ingratas tareas; la primera consistió en hacer concesiones a los extremistas que, desde el16 de febrero , celebraban su triunfo mediante incendios, huelgas y actos ilegales. como si estuvieran luchando contra un gobierno enemigo. El otro objetivo de los vencedores consistió en adueñarse a toda prisa de los puestos superiores del Estado, saltándose todas las reglas establecidas y derribando sin el menor escrúpulo de honestidad política los principios de continuidad que un régimen naciente debe conservar si aspira a durar.
Así, los partidos republicanos de la izquierda, con el fuerte apoyo de socialistas y comunistas, y siguiendo en esto los consejos de ese espíritu letal para la República, que ha sido don Indalecio Prieto, perdieron su crédito moral derribando al primer presidente de la República, el Sr. Alcalá Zamora, sin preocuparse por la falta de base legal de tan osada materia [...]
Esa mayoría de izquierda, nacida de elecciones que siguieron a la disolución de un parlamento de derechas, llevada a cabo por el Presidente, votó son ningún escrúpulo la propuesta del Sr. Prieto quien declaró "que el Parlamento anterior había sido mal disuelto y que el Presidente de la República había en consecuencia incurrido en la sanción de cese prevista para ese caso en la Constitución."
En el lapso de un ahora la propuesta era discutida y aprobada. Fue inmediatamente notificada alPresidente y seis minutos, más tarde, tras la comunicación, era depuesto de sus altas funciones.[...]
Las consecuencias de ese error político fueron considerables. El Sr.Azaña que todavía no había perdido su prestigio mucho más imaginario que real de hombre de Estado, abandonó la cabeza del gobierno así como la de su partido [...] y pasó a presidir la República. Conservaba sin embargo el poder de hecho a través de débiles que no contaban con el apoyo de la opinión pública.
Sin embargo el señor Prieto no consiguió el cargo tan ambicionado de presidente del Gobierno. El ala izquierda del socialismo se le opuso, alegando el peligro de una escisión del partido, escisión que ya existía de forma latente y que amenazaba con estallar abiertamente. Esa oposición dejó tocado el secreto instigador de todo aquella maniobra.
El alzamiento armado, tantas veces anunciado, sólo podía salir ganando del hecho de que se apartara de la presidencia de la República al hombre que le había puesto trabas continuamente y que contaba con numerosas y fieles amigos entre los generales que más tarde se convertirán en sublevados. En cambio aquel pronunciamiento se hizo más fácil y más amenazador el día en que se puso a la cabeza del Estado al antiguo ministro de la Guerra considerado como enemigo del ejército tan débil para apartar los futuros sublevados como fuerte para herir todos los intereses y todas ambiciones legítimas de los oficiales.
El fantasma de un pronunciamiento militar, tan bajo la presidencia del Sr. Alcalá Zamora y que no tomó durante los cuarenta. siete meses de un mandato, estalló cuatro meses después de acceder el Sr. Azaña a la presidencia de la República.
Sin hablar de la grave situación creada en Madrid por las huelgas ya mencionada. el gobierno mostraba cada día menos capaz de mantener el orden público. En el campo se multiplicaron los ataques de los diferentes elementos revolucionarios contra la derecha, los agrarios y los radicales, y en general, contra toda la patronal.
Se ocuparon tierras, se propinaban palizas a los enemigos, se atacó a todos los adversarios, tildándolos de " fascistas". Iglesias y edificios públicos eran incendiados, en las carreteras del Sur eran detenidos los coches, como en los tiempos del bandolerismo, y se exigía de los ocupantes una contribución en beneficio del Socorro Rojo Internacional.
Con pueriles pretextos se organizaron matanzas de personas pertenecientes a la derecha. Así, el 5 de mayo se hizo correr el rumor de que señoras católicas y sacerdotes hacían morir niños distribuyéndoles caramelos envenenadas. Un ataque de locura colectiva se apoderó de los barrios populares y se incendiaron iglesias, se mataron sacerdotes y hasta vendedoras de caramelos en las calles. En el barrio de Cuatro caminos fue horriblemente asesinada una joven francesa profesora de escuela.
Hechos acaecidos en plena paz y bajo el ojo indiferente de la policía entre el 16 de febrero y el 7 de mayo de 1936, es decir a los tres meses de gobierno del Frente Popular.
- Saqueos de establecimientos públicos o privados, domicilios particulares o iglesias: 178
- Incendios de monumentos públicos, establecimientos públicos o privados e iglesias: 178
- Atentados diversos contra personas delas cuales 74 seguidos de asesinatos (1)
He aquí la situación en la que que se encontraba España tres meses después del triunfo del Frente Popular.
¿Por qué el gobierno republicano nacido de la alianza electoral se abstuvo de tomar medidas contra aquellos actos ilegales, de los extremistas?. No suponía más que un problema de orden público acabar con todos los excesos contrarios a su propia ideología y métodos.
Si el gobierno se mantuvo pasivo es porque no podía tomar medidas sin dislocar el Frente Popular.
En cuanto a los partidos de derecha un exceso de prudencia les llevó silenciar a sus propios diputados. Sin embargo el Sr. Calvo Sotelo denunció esos hechos ante las Cortes en un famoso discurso. Aquel acto le costaría la vida.
NOTA:
(1) Campoamor reproduce, abreviada una de las listas incluidas por José Calvo Sotelo en dos de sus intervenciones en las Cortes, respectivamente de 15 de abril de 1936 y el 6 de mayo.
CAPÍTULO IX: ¿FASCISMO CONTRA LA DEMOCRACIA?
[…] El alzamiento ha sido calificado desde el principio como” fascista”. Conviene sin embargo no dejarse embaucar por falsas ideas que simplifican en exceso tan complejo cuestión. Además, el gobierno republicano, a través del órgano de su interprete calificado, Sr- Indalecio Prieto, creyó ser su deber-sin duda por buenos motivos- el borrar esta idea simplista del espíritu del público tanto fuera como dentro de España. En el tercero de sus discursos, pronunciado en la radio y radiodifundido más tarde en varios idiomas, -discurso reproducido en el artículo de fondo del diario de Madrid Informaciones- Prieto habló del “movimiento insurreccional extenso y complejo cuyos objetivos y alcance nos son totalmente desconocidos”
Por tanto se ha confesado oficialmente que no se atribuía un objetivo absoluta o totalmente fascista al movimiento iniciado.
También desde el otro bando, niegan, sin motivo, a los elementos gubernamentales la condición de representantes puros y auténticos de la democracia […]
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