MANUEL ÁLVAREZ TARDÍO y ROBERTO VILLA GARCÍA. 1936.FRAUDE Y VIOLENCIA EN LAS ELECCIONES DEL FRENTE POPULAR.












1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular 


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                                                    EL CAMINO AL 16 DE FEBRERO 

                                                                 Dos años antes


[...] la actividad normativa de los gobiernos radicales que más irritó a los fundadores de la República se refirió a dos cuestiones : de un lado, una amnistía aprobada en mayo de 1934, que beneficiaba  a los implicados en la "Sanjurjada", el pronunciamiento militar fracasado en agosto de 1932, a los anarquistas que se habían levantado en armas durante el primer bienio y altos cargos de la Dictadura de Rivera y del Gobierno Berenguer. El asunto provocó provocó no pocos problemas con el Presidente dela República y tensiones dentro del Partido Radical. De otro lado, las medidas que limitaban, pero no destruían, el alcance de las políticas laborales, llevada acabo por los socialistas durante los meses en que si líder Francisco Largo Caballero había sido ministro de Trabajo con Azaña, básicamente el asunto de la ley de Términos Municipales  en virtud de la cual los patronos se veían obligados a contratar obreros dentro del municipio donde desarrollaban su actividad.


    En materia de reforma agraria se tomaron algunas decisiones que favorecían los intereses de los propietarios de tierras, como una mayor facilidad para desahuciar a los arrendatarios insolventes. Pero el programa de expropiación de tierras previsto por los Gobiernos de Azaña no se canceló, y durante buena parte de 1934 se asentó a más campesinos que en todo el período anterior. Del mismo modo, en el ámbito educativo, el presupuesto del Departamento de Instrucción Pública aumento y el programa de construcción de escuelas no sólo siguió adelante, sino que se aceleró, creciendo también el número total de maestros de primaria. finalmente en cuanto a la cuestión religiosa, tan importante par a los fundadores del régimen, los católicos recuperaron presencia en los espacios públicos y se sintieron menos atacados por las nuevas autoridades. Ahora bien, los cementerios locales siguieron siendo laicos, la enseñanza religiosa continuó  fuera de las escuelas públicas, no hubo presupuesto público general  para los gastos d el aIglesia y los católicos tuvieron que seguir lidiando con las normas que les impedían, por ejemplo, celebrar un acto público de culto sin autorización previa gubernativa.

    Así a finales de 1934, la colaboración radical cedista no había dado lugar a la anulación de los principales aspectos que identificaban a la República con la política de las izquierdas. Sin embargo, por limitadas que fueran , todas las medidas aprobadas por los gobiernos radicales exasperaron a la opinión de izquierdas y fueron puestas como ejemplo de la destrucción de la República de 1931. La descalificación fue ajena a todo realismo y estuvo basada en un partidismo extremo. No en vano, la radicalización ideológica del Partido Socialista había  empezado antes de la selecciones de 1933 y se acentuó durante la primera mitad de 1934. El lenguaje insurreccional arrincono progresivamente a un discurso sindical antaño más pragmático y corporativo. Un sector creciente de los socialistas no ocultaba que se estaban preparando para responder con las armas ante la probable llegada de la derecha al poder. En agosto de 1934, son que mediara ningún motivo especial, medios socialistas como Renovación llamaban directamente a la " insurrección" armada para la conquista del poder, y ponían en tela de juicio cualquier comportamiento de reformismo sindical.

    A la altura de septiembre de 1934, no había un riesgo objetivo de destrucción de la República a mano de una derecha autoritaria, algo, por lo demás, que no era desconocido ni negado por algunos altos dirigentes del sindicato y del partido socialista. El Ejército, como se había demostrado durante la "Sanjurjada", no estaba unido en un afán compartido de violencia antirrepublicana, y en la CEDA predominaba el sector moderado, pragmático y posibilista liderado por José María Gil-Robles.Anhelaban un sistema político más favorable para los católicos, querían un modelo  corporativo par alas relaciones laborales, hablaban de reforzar el poder ejecutivo frente a la inestabilidad y la parálisis  parlamentaria, y eran radicalmente antimarxistas y enemigos de la visión liberal clásica de la primacía indiscutible de los derechos individuales. Pero no eran partidarios de un régimen político que anulara las libertades de expresión, reunión y manifestación; y ni siquiera querían suprimir el Parlamento. Ala altura de 1934, lo que estaba en riesgo no era si la CEDA entraba en el Gobierno para tomar el poder e imponer una dictadura; la disyuntiva era si este grupo resultaba atraído al  Gobierno en coalición con los radicales y los agrarios, y eso permitía una rectificación de la política del primer bienio, hasta dar paso, pero no antes de 1936, a una reforma constitucional. Que los cedistas hicieran grandes concentraciones de masas o que se confesaran aterrados por la expansión del sindicalismo socialista, no oculta que Gil Robles apoyó los Gobiernos de Lerroux recordando públicamente, una y otra vez, que cuando llegará el momento de la reforma constitucional, ellos lo harían conquistando la opinión pública y ratificándolo en las urnas.

    Pero los socialistas , sin embargo, habían asimilado fascismo a vaticanismo, y en este sentido daba igual el tradicionalismo católico y conservadurismo corporativo tenía mucho o poco que ver con el fascismo,

    Por eso cuando, en octubre de 1934, tres ministros de la CEDA entraron en un Gobierno de Lerroux, aquellos cumplieron sus amenazas y desencadenaron una insurrección que en algunos lugares del país llegaron a ser muy violenta y se cobro la vida de más de un millar de personas.

    Que los socialistas se comportaran así no debía ser de extrañeza a nadie, puesto que era l coherente con el discurso y su práctica durante los meses previos.Ahora bien, lo relevante para el futuro de la República, y para entender la lógica de la enorme polarización ideológica de las elecciones de 1936, es el hecho de que las izquierdas republicanas no condenaran rotundamente esa insurrección, escudándose en que Lerroux había permitido la llegada delos enemigos dela República al . Esta decisión dotó  a la acción de los socialistas de un respaldo moral que fue fundamental a medio plazo y sirvió para deslegitimar ante el centro-izquierda la opción que habían planteado los lerrouxistas: centrar la república y atraer a una parte de la derecha católica al sistema , sentando las bases para una posterior revisión de la República de 1931 

    Después de octubre de 1934, el régimen parlamentario siguió, aun sin los socialistas en la Cámara, siguió su curso y no hubo suspensión indefinida de los derechos constitucionales. nadie aprovechó para fundar un régimen autoritario. Aunque recibió críticas afiladas de la derecha monárquica ,la CEDA mantuvo su coalición parlamentaria con los republicanos radicales, ala espera de que el presidente de la República les llamará para formar Gobierno. Eso sí, los socialistas pagaron un alto precio por su actividad insurreccional, viendo interrumpida su vida organizativa, aunque tampoco pasaron  de forma global al a situación de una organización ilegalizada. Y , por otro lado, la insurrección de octubre provocó un aumento de la intervención gubernativa en los ayuntamientos, pero no más elevada que en período anterior [...] Con todo [...]  los gobiernos de 1935 no introdujeron cambios profundos en parcelas tan sensibles como  la educación o relaciones Iglesia-Estado. No hubo[...] una modificación total de la política del primer bienio, aunque. La vigencia de la Constitución suponía un límite infranqueble si cambios importantes en ámbitos importantes como la reforma agraria ola política militar[...]

    Incluso, el que había sido el gran caballo de batalla de las derechas durante la legislatura anterior, la reforma de la Constitución, finalmente no tuvo recorrido. El propio presidente de la República, Alcalá Zamora, fue uno de sus promotores intelectuales.[...] Y hubo una comisión parlamentaria y un proyecto más o menos depurado de reforma [...] pero nada de eso pasó de una primera fase de negociación parlamentaria, en parte porque nadie quería hablar de reforma constitucional antes de que llegara diciembre de 1935, cuando se cumplían los cuatro años de la aprobación de la Carta Magna y el procedimiento de reforma permitía iniciarla con una mayoría absoluta y no como hasta entonces, con una reforzada de dos tercios.

    En términos generales se puede decir que lo sustancial del balance dela política de 1935 no tiene nada que ver con, lo que realmente aprobaron las Cortes como el impacto político que tuvo la revolución de 1934. Para las derechas, incluyendo buen aparte delos cedistas, la violencia socialsita conformaba su idea de que la República en tanto qué régimen de y para las izquierdas podía ser una puerta para el marxismo y la destrucción del orden social u la libertad. Sin embargo, para las izquierdas republicanas  y socialistas, " Octubre" no fue tratad como un fracaso o un error que mereciera una rectificación, al menos en público. Pensaron que esa acción no había sido en vano; la defendieron y reivindicaron como un acto de legítima defensa. De este modo, durante 1935 no hubo ninguna aproximación entre derechas e izquierdas para encontrar puntos de encuentro [...] que contribuyeran a consolidar la República[...] Sin duda, tuvo razón el socialista Indalecio Prieto cuando, ya en el exilio, aseguró que aquella revolución sólo había servido para " hacer más profundo el abismo político que dividía a España."

( páginas 15-20)


                                HACÍA LA COALICIÓN DE IZQUIERDAS


[...*Excepto Julián Besteiro y sus seguidores, los dirigentes y cuadros del PSOE  hablaron de " Octubre" en términos de justificación y glorificación, como una gesta que había mostrado la vitalidad del proletario español en la lucha contra sus enemigos " de clase". Sus propósitos de conquista revolucionaria y violenta del poder con objeto de finiquitar la " democracia burguesa"continuaron siendo reivindicados por los militantes cercanos alargo caballero. El sector afín a Indalecio Prieto tampoco renunció a ondear la bandera de " Octubre", aunque reinterpretándola como un movimiento defensivo frente a una supuesta amenaza. En esto último, evitar el " entronamiento del fascismo", existía plena coincidencia entre unos y otros, pero la izquierda " caballerista" rechazaba airadamente que el PSOE  se hubiera metido en la refriega para defender democracia alguna. " Octubre" era una revolución y como tal, estaba destinada a establecer definitivamente el " Socialismo", que ellos concebían como su apropiación permanente del poder, que se fundaría en la subsumisión del Estado a la UGT, propietaria y administradora de los grandes medios de producción y distribución económicos.

    Ciertamente, " Octubre"acabó convirtiéndose en un mito que reforzaba el victimismo y justificaba el alto precio pagado por la organización y sus cuadros. De ahí que continuará siendo alimentado por una propaganda que resaltaba la ferocidad de la "represión" practicada" bajo la jurisdicción militar y de los tribunales civiles de urgencia. Esta sirvió para que las bases socialistas se reafirmaran en que los dirigentes y militantes del centro-derecha no eran adversarios políticos, sino enemigos de la " clase obrera" contra quienes estaba justificada la violencia. Ignorando los muertos y heridos que la revuelta había generado entre los miembros de las fuerzas armadas y de orden público, los religiosos o los afiliados a los partidos conservadores y los sindicatos católicos, esa propaganda multiplicó por doquier el número de "obreros presos",la celebre e infundada cifra de los 30.000 que tan eficaz se mostraría en un recurso electoral, aparte de los fusilados sin causa, los torturados y las mujeres violadas. Significativamente, la estadística de la Dirección General de Prisiones revelaba que a 15 de febrero de 1936 la población penal, incluyendo a los presos comunes, ascendía a 20.446 individuos en toda España. Si el promedio de presos en los años previos había sido de 12.000, podrían estimarse en unos 8.000 los encarcelados por los sucesos de 1934.

( páginas 28-29)


   La huída hacia adelante que suponía glorificar " Octubre" y sus mártires impedía, así, que prosperara cualquier intento de debilitar el discurso de los partidarios de la violencia. Y, desde luego, aplazaba sine die el reconocimiento del fiasco y la asunción de responsabilidades internas. Esta vía, de haberse asumido a fines de 1934 o principios de 1933, habría posibilitado quemar etapas en un proceso de retorno a la  legalidad, salvando así lo que pudiese de la organización y la representación institucional [...]


La coalición de izquierdas como proyecto prietista


    La división interna de los socialistas se acentuó a propósito de la táctica a seguir en 1935. Prieto, desde su estilo, apostó por renovar la colaboración con las organizaciones comunistas y anarcosindicalistas que habían formado junto a ellos en las " Alianzas Obreras2, un organismo creado en 1933 para coordinar la acción insurreccional. pero esta colaboración debía ampliarse a los partidos republicanos de izquierda no implicados en la " represión". En esa línea, los afines a las posiciones de prieto en los órganos de dirección del PSOE, como Fernando de los Ríos o Julián Simeón Vidarte, que disfrutaban de libertad de movimientos, que disfrutaban de libertad de movimientos, tomaron la iniciativa en marzo de 1935 y plantearon esta redifinición de las alianzas a la agrupaciones del partido en toda España. [...] Desde el PSOE  se abría un primer resquicio para que pudieran cuajar las ofertas de un entendimiento lanzadas  repetidas veces por Manuel Azaña.[....]

    Pero, desde muy pronto. Prieto dejó claro que su propuesta no reeditaba aquella coalición. Sería una colaboración puramente electoral y parlamentaria que descartaba la participación del PSOE  en un  Gobierno con los republicanos y que se cimentaría sobre un programa previamente pactado [...

    Descartado el retorno a la conjunción republicano-socialsita, era previsible que Azaña y sus socios del llamado "frente republicano", Diego Martínez Barrio y Felipe Sánchez Román, concentraran sus esfuerzos en definir un programa para asegurar la cooperación socialista con un Gobierno republicano.[....]

    De hecho Sánchez Román fue quien asumió la redacción de una primera versión del programa de los republicanos con la que Azaña y Martínez barrio parecieron mostrarse de acuerdo. Antes de contactar con la Ejecutiva del PSOE, los dirigentes republicanos tantearon a Prieto en París y le entregaron una copia para comprobar si la dirección de  su partido lo consideraba aceptable.

    La respuesta del socialismo, en octubre de 1935, fue desalentadora. El programa le parecía demasiado "vago"  y conservador[...]

    Este texto, con algunas aportaciones de Prieto, sería el que los representantes republicanos llevarían alas negociaciones  y  en enero de 1936, A propuesta del socialista, se incluyó un programa de obras públicas para paliar el paro, el " aceleramiento" de la realización de  obras hidráulicas[...] pero lo más relevante es que ya se plantearon algunas  cuestiones que a posteriori, propiciarían la salida de Sánchez Román de la coalición. y la potenciación de las cajas de ahorros como " elemento principal" del sistema financiero [...] Prieto observó  que la propuesta republicana de dejar " fuera de la ley" a las organizaciones que  " pudieran poner en peligro la seguridad del Estado" causaría  desagrado en su partido, puesto que una legislación podría usarse contra el PSOE y la UGT[....] prieto no creía posible impedir que los funcionarios se afiliaran o participaran en actos públicos  de partidos " contrarios al régimen constitucional". Otro obstáculo insuperable, al menos para uncir  a la Esquerra al pacto, era el propósito de aprobar una " ley complementaria sobre la representación del Estado en las regiones del Estatuto"[...]

    Estas desavenencias revelan que Azaña acertaba cuando preveía serias dificultades para acordar un programa que satisficiera a los socialistas Y eso sin contar con que todavía sería más difícil que los republicanos aceptaran participar en una candidatura con la extrema izquierda, como pretendía Prieto: " A donde podemos ir nosotros, ni ustedes, con los comunistas" [...]

    Sin embargo, para Prieto la presencia de la extrema izquierda era fundamental porque mostraba a sus partidarios y a la pujante ala caballerista que no se reeditaría la conjunción de 1931[...]

    Con todo Azaña aceptó los términos de la propuesta "prietista" y se dispuso a convencer a sus socios para seguir adelante[...] Porque lo que estaba en juego, como no se cansó de repetir en sus  discursos a campo abierto en 1935, era el " fundamento2 y el " contenido sustancial "del régimen[....] esto anunciaba , sin duda, una situación política inestable: si la coalición de izquierdas triunfaba no cabría más fórmula  que un Gobierno de centro izquierda dependiente de una constante y condicionada renovación de confianza de los diputados socialistas. [...]

    A esta dificultad se añadía que los grupos encargados de administrar el poder en caso de triunfo de las izquierdas no estaban cohesionados, de hecho, el liderazgo y la autoridad de Azaña constituían el recursos más valioso para mantener unido el " frente republicano", La derrota electoral de 1933 había puesto en marcha aun proceso de fusiones que simplificó que simplificó algo la dispersión de ese espacio político; pero que no dio lugar aun único partido. Acción Republicana, la formación de Azaña entre 1931 y 1934, se había unido con los radical socialistas independientes de Marcelino Domingo y los republicanos gallegos de Casares Quiroga para formar en abril de 1934, Izquierda republicana ( IR). Sin embargo, pervivían aun la Izquierda Radical Socialista del ex ministro Juan Botella Asensí, y las diversas facciones federales, con las que Azaña se negaba alternar. Además en julio de 1934, Sánchez Román creó su partido Nacional Republicano(PNR) sumando a personalidades procedentes dela extinta Agrupación al Servicio de la República, el partido auspiciado por José Ortega y Gasset; y al ala derecha del radical socialismo. Por último, en septiembre de 1934, los escindidos del Partido Radical, liderados por Martínez Barrio, se fusionaron con el Partido Radical-Socialista para crear Unión Republicana (UR). si a estas formaciones se le suman las organizaciones regionales, puede notarse hasta que punto la fragmentación se había reducido poco respecto del primer bienio.[...]

( páginas 30-35)


La irrupción del caballerismo

Las divergencias entre los republicanos, eran, sin embargo, triviales si se comparan con las dificultades de Prieto a la hora de reorientar al PSOE. En abril de 1935 [...] había dado un paso calculado.  hacer pública su postura favorable a retomar la colaboración con los republicanos. De inmediato se encontró con la respuesta de Largo Caballero, presidente del PSOE y entonces en prisión, así como de otros dirigentes del partido, la UGT y las Juventudes Socialistas [...] Además,  a fin de convertir el PSOE  en un verdadero instrumento revolucionario, caballero quería transformarlo internamente, sustituyendo la democracia interna y la estructura federal por mecanismo que concentrasen todo el poder en la dirección nacional, al estilo de lo que los comunistas denominaban , con su vocabulario, sui generis, " centralismo democrático". Para que este proceso pudiera ponerse en marcha, " el caballerismo" ansiaba expulsar del partido a los seguidores de Besterio opuestos a la violencia revolucionaria  y desalojar de la dirección a Prieto y sus afines  partidarios de alternar, dependiendo del contexto, entre gradualismo y revolución.[....

    Ahora bien en el corto plazo, la izquierda del PSOE no contaba con una alternativa inmediata que oponer a los planes de Prieto [....] Por ello, ty pese a su relativa afinidad, los caballeristas rechazaron, en los meses centrales de 1935, la repetidas ofertas  del PCE para crear comités de enlace conjuntos a los que se delegarían las comparecencias que previamente pactaran ambas formaciones política [...]

    Caballero [...] En su lugar ofreció una vía más expedita de colaboración, que los comunistas disolvieran su organización y retornaran a su matriz, para constituir  el partido único del proletariado. Con este refuerzo la izquierda caballeriosta tendría más sencillo controlar el PSOE.[...] Como obviamente, la Internacional Comunista ( Komintern) no se mostraría dispuesta a supeditar su estrategia ala de Caballero, la Ejecutiva del PSOE limitaría su colaboración con el PCE  a estrategias muy concretas, como el auxilio a los presos y los fugitivos de " Octubre",la movilización conjunta para presionar  para la reapertura de las sedes clausuradas o la lucha contra el sindicalismo católico o profesional[...]

( páginas 36-38)

Los comunistas se abren a la izquierda

    [...] el PCE rentabilizaría " Octubre"  mejor que ningún otro partido de izquierda obrera. Aunque su aportación había sido menor, los comunistas se envolvieron en la bandera de la revolución y la tremolaron insistentemente en sus propagandas. Las expectativas creadas en la Komintern por la insurrección sirvieron, además para que aumentara la financiación de  la sección española, y con ella se intensificó el proselitismo y se multiplicaron las iniciativas de auxilio a los presos de " Octubre" y sus familias, que mejoraron la imagen de los comunistas dentro del movimiento obrero. La organización de un Comité de Ayudas alas " víctimas de la represión" sirvió para profundizar en la relación con los socialistas e incluso establecer colaboraciones con los republicanos de izquierdas.

    El incremento del protagonismo comunista dentro de la izquierda obrera aumentó la atracción dentro del PSOE y la UGT por el mito soviético. Las prevenciones de Caballero no fueron óbice para una relación progresivamente más amistosa entre socialistas y comunista, reflejada en multitud de manifiestos conjuntos. En varios mítines, los oradores del PCE pudieron dirigirse con frecuencia a audiencias socialistas, gracias a la intersección de dirigentes como el caballerista Julio Álvarez del Vayo o el prietista Ramón Lamoneda. Incluso compartieron atril con republicanos de izquierdas en las celebraciones del 14 de abril de 1935. Fue en ese contexto cuando los dirigentes del PCE aleccionados desde la Komintern, trataron de aprovechar el auge de la izquierda caballerista en el PSOE para relanzar el proceso de fusión orgánica de ambos partidos a través delos comités de enlace y las Alianzas Obreras . Para el Komintern, estas podrían convertirse en un trasunto de los viets, especialmente para presionar desde abajo cuando hubiera un gobierno de la " izquierda burguesa" y, posteriormente, cuando se dieran las condiciones óptimas para instaurar la " dictadura del proletariado".

    Caballero se negó una y otra vez avanzar por la vía del " frente único obrero", con vistas a constituir un " partido único del proletariado",pero eso no impidió que se produjeron avances en los planos sindical y juvenil. Con la aquiescencia explícita del líder socialista ante el delegado de ña Komintern en España, Victorio Coldovilla, los comunistas  accedieron a integrar sus sindicatos, hasta entonces agrupados en la  Confederación General del Trabajo Unitaria ( CGTU), en la UGT a partir de diciembre de 1935. Las negociaciones para fusionar las Juventudes culminarían poco después, en marzo de 1936.  prieto y sus seguidores no  opusieron reparos  a estas operaciones porque, en principio, dada la desigualdad de fuerzas entre los socialistas y los comunistas, no parecían más que meras absorciones delos segundos por los primeros.

    No obstante, los prietistas no repararon en que la expansión del PSEO por la izquierda refrozaba al " caballerismo". Además, en determinadas provincias  donde la CGTU era fuerte  hubo fusión efectiva y hasta caso, de Málaga o Sevilla, subordinación de los ugetistas a los comunistas. Esto tenía su relevancia política, pues la UGT condicionaba decisivamente las candidaturas del PSOE en cada provincia y la financiación de la campaña electoral [...] el posterior  fracaso de caballero de controlar la Ejecutiva del PSOE en diciembre de 1935 hizo, que lugar de integrarse la juventud del PCE en la socialista, triunfara la  la tesis comunista de la fusión y la creación , a partir d ella, de una nueva organización. Así las  nuevas Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) , consolidadas como la punta de lanza de la "bolchevización" del PSOE, nacieron desvinculadas  de la Ejecutiva del partido y ligadas de facto a la Komintern.[...]    

   El plan de la Komintern [...] era [....] aprovechar las divisiones internas dentro del socialismo para atraer a su ala izquierda a un nuevo partido bolchevique. Continuaba siendo la política de " frente único",pero con una novedad: habría una fase previa donde la " burguesía de izquierdas", convenientemente orientada cumpliera desde el Gobierno su "misión histórica" de privar a la reacción de su " base material" apropiándose de los los medios de producción en manos de aquella y depurar los cuerpos armados de todos los militares y policías "desafectos" a la revolución[...[

    En diciembre de 1934, los comunistas ya abogaron por una " Concentración Popular Antifascista" que fuese más allá del obrerismo. Asumiendo una oposición cerrada al Gobierno y alas Cortes " reaccionarias2 de centro derecha, la Concentración debía defender la disolución de los partidos traidores a la República del pueblo", en clara alusión a los radicales y a las derechas, y suprimir su prensa. Además, debían promover la defensa de lo que entendían como " libertades democráticas2 las aspiraciones " nacionales" de Cataluña y Euzkadi", y la amnistía par a los "presos revolucionarios".

    Tras un compás de espera, y a partir de mayo de 1935 los comunistas pusieron en marcha estas agrupaciones populares antifascistas bajo el nombre de " Bloques". [...] donde tenían cabida no sólo los partidos, sino también sindicatos, asociaciones de izquierdas y hasta personalidades independientes [...] Y, por supuesto, en ellos la preeminencia debía corresponder a los comunistas y sus aliados más estrechos. su misión era articular la lucha contra  " las fuerzas negras" de la reacción y de la dictadura fascista", ese fascismo que los comunistas equiparaban a la contrarrevolucón clerical" y "jesuítica" que representaban los católicos dela CEDA[...]

    El Bloque Popular era, así, un intento del PCE de romper su aislamiento y ofrecer a los socialsitas una vía de unidad previa a cualquier concentración con los republicanos, es decir,  un modo evitar que estos últimos llevraan la voz cantante. Estos tanteos recibirían un espaldarazo en el VII Congreso de la Komintern que, afines de agosto de 1935, daría su placet a la colaboración de las acciones comunistas  con la " izquierda burguesa" a través delos " Frentes Populares",la denominación que los comunistas españoles alternarían con la de " Bloque Popular" hasta las elecciones.

    En este Congreso, la Komintern disitnguio la democracia del fascismo, conceptos que hasta entonces había equiparado. Ahora consideraba que la primera ofrecía vías importantes para caminar de manera gradual hacia la " dictadura del proletariado" y, por ello merecía ser defendida de la "amenaza fascista" `...]  la defensa contra el fascismo no se ligaba ala defensa de la democracia liberal, sino a la puesta en marcha  de lo que los comunistas denominaban " revolución democrático-burguesa2, una fase previa que debía completarse de forma indispensable para avanzar hacia la " revolución socialista"[...] Distinguiendo esta fase previa, los comunistas adquirían la coartada retórica que necesitaban para justificar una colaboración con los republicanos de izquierdas en el poder. El programa de esa "revolución democrático burguesa" que se prescribía desde Moscú para España era el mismo que hasta entonces venía propugnando el Bloque Popular Antifascista, con dos variaciones:la supresión del derecho de autodeterminación y la sustitución del concepto " depuración" aplicado al Ejército por el eufemismo " depuración"

    Como el empleo de la táctica insurreccional se dejaba para un momento posterior, los caballeristas recusaron la nueva estrategia comunista como poco revolucionaria [...]

(páginas 38-44)

    Hacia el frente popular

 No obstante, a efectos prácticos lo importante de la remozada estrategia de la Komintern es que permitió a su sección española, después de comprobar la lentitud con la que avanzaban los Bloques populares auspiciados por los comunistas [...] solicitar su inclusión en la coalición de izquierdas. Pese al notable crecimiento  entre 1922 y 1936, el  PCE influyó poco en la conformación de esa coalicIón, pues el interlocutor de los republicanos siempre fue el PSOE. Pero la aquiescencia de los comunistas a sumarse tuvo el efecto de aislar más aún a los caballeristas, que mantuvieron a lo largo de 1935 su negativa a cualquier pacto general con los republicanos [...] en este contexto [...] los multitudinarios mítines de Azaña, y especialmente el de Comillas en octubre de 1935, exponen su notable capacidad de convocatoria, dieron la puntilla a la estrategia caballerista.

Así las cosas, en noviembre de 1935, Azaña requirió a por carta a los socialistas para constituir una coalición electoral con un programa común, un gesto destinado  a contentar a Caballero, que exigía que fueran los republicanos, y no ellos, quienes solicitaran la alianza [....] Caballero condiciono, además, la alianza a que quedasen implicados " otros órganos de carácter político o sindical obreros", refiriéndose no ya ala UGT o las Juventudes Socialistas, sino al PCE y a su sindicato CGTU [...]


                                                                   2 

                           DE LA COALICIÓN DE IZQUIERDAS AL FRENTE POPULAR

                                                        LOS SOCIALISTAS SE COALIGAN

El 16 de diciembre de 1935 debía celebrar en Madrid una trascendental reunión del Comité nacional del PSEO. allí se iba a ventilar el tipo de alianza electoral en el que se implicarían los socialistas. para entonces, la organización y sus dirigentes habían adquirido una libertad de movimientos casi total. paradójicamente, eso propició que se ahondarán y publicitarán las disensiones internas. En los meses previos ya se habían hecho explícitas las disputas entre la izquierda caballerista y el reformismo besteirista, tendencias que hasta poseían prensa propia, Claridad y Democracia, respectivamente, al margen de las publicaciones oficiales del partido. caballero insistía en acusar a Besteiro de oponerse al " movimiento salvador de Octubre" y de actuar en convivencia con los gobiernos de centro-derecha para organizar un PSOE " de Orden" purgado de revolucionarios forajidos". Y no se privó de criticar el buen trato que otorgaban los jueces a lo reformistas y que esa  tolerancia  para con Democracia, ignorando que esa tolerancia gubernativa había beneficiado igualmente a Claridad y otros medios periodísticos afines.

En esa línea , el semanario caballerista exigió a lo largo de 1935 la expulsión de Besteiro y sus seguidores a los que consideraba traidores por solicitar el retorno de los socialistas alas Cortes y la renuncia explícita a la dictadura del proletariado y la táctica insurreccional. La discorDia era tal que, en un sólo día,( 9 de diciembre) ,los caballeristas Sarmiento y Acuña reivindicaban " Octubre" en Málaga y defendían la unificación del PSOE con los comunistas, al mismo tiempo que Besteiro alertaba en Gijón de los " errores utopistas" en los que incurriría el partido si glorificaba la insurrección y se convergía con el PCE. Sin embargo, el enfrentamiento era desigual. El reformismo era una tendencia en retirada del PSOE, que sólo podía aspirar a mantener sus débiles posiciones y sortear el empeño de sus adversarios en expulsarles. La izquierda socialista era, por el contrario, un valor en alza, con serías posibilidades de ganar el futuro congreso del partido. Ese mes de diciembre de 1935, un Besteiro cada vez más aislado hizo patente su disconformidad con la Ejecutiva y la dirección del grupo parlamentario. Decidió dejar su cargo en la Comisión Permanente de las Cortes y se desmarcó del retraimiento participando en la ronda de consultas abierta por Alcalá Zamora durante la crisis que llevó al primer Gobierno Portela.




 



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