QUEVEDO (1580-1645) · "MIRÉ LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA"











En el verano de 1613, a la edad de casi treinta y tres años, Francisco de Quevedo le regaló una serie de poemas religiosos a su tía Margarita de Espinosa. Individualmente numerados y denominados «salmos», los veintiocho poemas en su conjunto llevan el doble título enigmático Heráclito cristiano y segunda harpa a imitación de David.

 Como los salmos de Quevedo no fueron impresos durante su vida y llegan a nosotros en seis manuscritos variantes, es difícil determinar el número exacto de los poemas que Quevedo propuso para la secuencia original.






SALMO XVII


Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.














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