OCTAVIO RUÍZ MANJÓN. LOS DIPUTADOS DE LAS CORTES DE 1936.VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA







Ingreso de Octavio Ruiz-Manjón en la  Real Academia de la Historia.

                                       

VIOLENCIA VS. REPRESENTACIÓN. LOS DIPUTADOS DE LAS CORTES DE 1936, VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

ENLACE


  

OCTAVIO RUIZ-MANJÓN (*)

Universidad Complutense, Madrid 

octavio@ucm.es


(Recepción: 28/06/2013; Revisión: 28/10/2013; Aceptación: 13/12/2013; Publicación: 18/12/2014)


1.RENOVACIÓN Y CONTINUIDAD DEL PERSONAL POLÍTICO.–2. LAS CIFRAS GLOBALES.–3. GEOGRAFÍA DE LA MUERTE.–4. EL SANGRIENTO VERANO DEL 36.–5. MADRID, ESCENARIO DE VIOLENCIA.–6. APACIGUAMIENTO EN LAS RETAGUARDIAS.–7. CASI NORMALIDAD EN LAS RETAGUARDIAS.–8. REPRESIÓN DE POSGUERRA Y REFLEXIÓN FINAL.–9. MAPA.–10. BIBLIOGRAFÍA                                   




Resumen 

El artÍculo analiza la situación de los diputados españoles elegidos en 1936, tras el comienzo de la Guerra Civil. Casi la quinta parte de ellos murieron como consecuencia de la violencia que se desencadenó en ambos bandos y de la represión que siguió después de acabada la guerra. [...]

El 1 de febrero de 1939 se celebró, en la localidad gerundense de Figueras, la última reunión de las Cortes republicanas en territorio español. Sesenta y cuatro diputados, de los 473 diputados elegidos en las elecciones de febrero de 1936, estuvieron presentes y aprobaron una moción de confianza al Gobierno y una propuesta de cese de hostilidades que a Azaña le pareció ya muy tardía (1).

Seis años mis tarde, el 10 de enero de 1945, las Cortes republicanas se vol- verían a reunir en el exilio, esta vez en el Club France de la Ciudad de México. En esta nueva ocasión los asistentes fueron setenta y dos y se leyeron los nombres de otros cincuenta y un diputados que se adherían al acto (2). También se leyeron, en aquella misma ocasión, los nombres de ciento veintisiete diputados que habían fallecido desde julio de 1936 (3). La lista la encabezaba, por razón de dignidad, Manuel Azaña y seguía por orden alfabético, hasta terminar en Julián Zugazagoitia. Por supuesto, recogía nombres de los asesinados en los dos bandos (4).

Aquella primera sesión en tierra mexicana –dedicada a homenajear a los diputados fallecidos hasta ese día– sería abierta por el presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio, al que seguirían en el uso de la palabra otros diputados como Luis Cordero Bel, Miguel Santaló, Jerónimo Gomáriz, Ángel Galarza, Mariano Ruiz-Funes y Fernando de los Ríos. Después se suspendería la sesión, no sin que Indalecio Prieto expresase el deseo de que las sesiones se reanudasen cuanto antes.

Los deseos de Prieto no se vieron satisfechos porque las Cortes no se volverían a reunir hasta el 17 de agosto, cuando Martínez Barrio juró el cargo de presidente de la República en el exilio. Las tres últimas sesiones tendrían lugar los días 7, 8 y 9 de noviembre de aquel mismo año. Allí acabó la historia parlamentaria de la segunda República española.

La legislatura de 1936, elegida a partir del 16 de febrero, que fue la fecha de la primera vuelta (5), se había reunido por primera vez el día 16 de marzo. Los 473 diputados que formaron parte de ella celebrarían sesenta sesiones hasta el viernes 10 de julio de ese mismo año.

En esa última sesión el presidente leería el orden del día para el martes siguiente, día 14, pero las Cortes ya no se reunirían más en aquel mes porque José Calvo Sotelo, diputado por Orense y uno de los líderes de la oposición parlamentaria, había sido asesinado el día 13 por personas cercanas al Ministerio de la Gobernación. Las posibilidades de convivencia se desvanecieron casi por completo y algunos militares del Ejército de África precipitaron la conspiración militar que estaba en marcha y se sublevaron en la tarde del día 17, en lo que parecía reproducir el viejo modelo de los pronunciamientos militares de la España contemporánea.

Sin embargo, la resistencia de una buena parte de la sociedad –encuadrada en partidos de izquierda y organizaciones sindicales– derivaría en un estallido de violencia y en una cruenta Guerra Civil que se prolongaría por casi tres años. Las sesiones de Cortes no se volverían a reanudar –ya muy mermadas– hasta el primero de octubre de aquel 1936. Posteriormente, todavía a primeros de diciembre, celebraron una sesión en Valencia y en esa misma ciudad se celebraron otras tres sesiones durante 1937. En el año 1938 solo hubo tres sesiones que se celebraron, respectivamente, en el monasterio de Montserrat, en San Cugat del Vallés y en Sabadell. La última sesión en territorio español tendría lugar, como ya se ha dicho, en el castillo de Figueras, cercano a la frontera francesa.

En el artículo que sigue se estudian los asesinatos de quienes eran diputados en el comienzo de la sublevación militar de julio de 1936 y se dedica una especial atención a la cronología y a la geografía de aquellos asesinatos, de los que se pueden extraer algunos elementos que nos parecen significativos. Es un artículo basado en fuentes secundarias muy dispersas, muy deudor de los estudios de Pablo Villalaín, con el que he coincidido en el manejo de muchas de esas fuentes que, sin embargo, serán citadas a través de esos estudios, en donde se publicaron por primera vez. Por otra parte, el presente estudio se refiere exclusivamente a los diputados elegidos en 1936 y se plantean algunas cuestiones distintas a las que Villalaín trata en sus artículos.



                                    1. RENOVACIÓN Y CONTINUIDAD DEL PERSONAL POLÍTICO

Los diputados elegidos en las tres legislaturas republicanas representaron, en su conjunto, la aparición de la nueva clase política que se había configurado apresuradamente tras el cambio de régimen.

De los 470 diputados que actuaron en las Cortes constituyentes de 1931 solo ochenta habían tenido una experiencia parlamentaria anterior; setenta y tres en diversas legislaturas del periodo monárquico y siete en la Asamblea Nacional convocada por Primo de Rivera. Eso equivale a decir que un 83% de los diputados elegidos después de la proclamación de la República eran nuevos en el Parlamento (6).

En las sucesivas elecciones de la segunda República, en 1933 y 1936, se confirmaría esa profunda renovación del personal parlamentario ya que en ellas fueron elegidos por primera vez 860 diputados de los 1.007 que desempeñaron ese cargo a lo largo de las tres legislaturas republicanas. En las de 1933 hubo un 58,2% de diputados nuevos y en las de 1936 todavía hubo un 42% de debutantes, en lo que parece un claro indicio de la volatilidad del sistema parlamentario español en aquellos años. La reglamentación electoral de 1931 y de 1933 facilitó que se produjeran grandes vuelcos en los resultados de las elecciones y, como consecuencia inmediata, la aparición de muchas caras nuevas en cada una de las legislaturas.

Esos parlamentarios y exparlamentarios serían, desde luego, uno de los sectores más castigados durante el conflicto civil, como cabezas más visibles de las nuevas minorías dirigentes. Los asesinatos de esos diputados de 1936, así como de exdiputados de las legislaturas anteriores, constituyeron un aspecto muy significativo de la multiplicidad e intensidad de los conflictos que se entrecruzaron en el estallido de violencia que tuvo lugar durante aquellos años. Se trataba de una manifestación extrema de la violencia política que había sido característica de la Europa de entreguerras (8).



                                                                    2. LAS CIFRAS GLOBALES


Al terminar la Guerra Civil española habían muerto 87 diputados, de los 473 elegidos entre febrero y mayo de 1936, que eran casi la quinta parte del total de la representación parlamentaria.

En los años siguientes, y como consecuencia de la represión franquista, serían ajusticiados otros diecinueve diputados, a los que habría que ir sumando los que fueron falleciendo por causas naturales. El resultado sería que, cuando se reunieron aquellas Cortes de 1945 en el exilio mexicano, ya habían muerto más de la cuarta parte de los diputados elegidos en 1936.

Tres de aquellos diputados elegidos en 1936 habían fallecido antes de que se iniciara el conflicto aunque uno de ellos –José Calvo Sotelo– había sido asesinado en unas condiciones tan atroces que, si no provocó la sublevación de los militares, como a veces se ha querido hacer creer, encendió los ánimos de muchas personas que dieron ya por imposible la convivencia civil entre españoles (9).

Más adelante, durante los casi tres años que duró la guerra, morirían otros trece diputados, de muerte natural o en acciones de guerra, aunque el capítulo más terrible lo representaron los setenta diputados que fueron asesinados por los dos bandos contendientes; 41 por parte de los sublevados y 29 por parte del bando republicano (10). Su muerte representaba un duro atentado a la legalidad y credibilidad del régimen republicano que, en los artículos 55 y 56 de la Constitución, afirmaba la inviolabilidad de los diputados y su inmunidad frente a las detenciones arbitrarias, aunque no parece que el cumplimiento de los preceptos constitucionales preocupase demasiado a quienes cometieron estos asesinatos.

Como botón de muestra valga el hecho de que, en la sesión de la Diputación Permanente del día 15 de agosto de 1936, el presidente Martínez Barrio se refirió a las reclamaciones hechas por algunos diputados que habían sufrido detenciones en los días anteriores, sin que se hubiese respetado su condición de parlamentario, así como a las gestiones que el vicepresidente del Congreso, Sr. Fernández Clérigo, había hecho ante el Gobierno para que cesasen esas detenciones. La gestión no debió tener demasiado éxito porque, en esa misma sesión, se acusó recibo de la protesta de D. Rafael Esparza García, un diputado de la CEDA por la provincia de Madrid que sería asesinado una semana después en la cárcel Modelo (11).

Estas páginas se refieren, exclusivamente, a los diputados elegidos en 1936, pero es claro que este régimen de violencia afectó también a muchos diputados de las legislaturas anteriores. Tanto Pablo Villalaín como el autor de estas líneas, con muy ligeras discrepancias, estimamos que casi la quinta parte de los parlamentarios de aquellas tres legislaturas fueron asesinados durante la Guerra Civil o en los años inmediatamente posteriores.

En el bando sublevado fueron asesinados 73 diputados y exdiputados de izquierdas durante la guerra, y 34 más después de terminado el conflicto. Del otro lado, el total de diputados y exdiputados derechistas asesinados por los republicanos durante la guerra asciende a 77. Esto ofrece un balance de 184 diputados asesinados sobre el total de 1.007 personas que fueron parlamentarios en alguna de las tres legislaturas republicanas. No se cuenta a los diputados que murieron durante la guerra por causas naturales o en acciones de guerra, que fueron 35, ni a los 48 diputados, de las tres legislaturas, que habían muerto antes de que se iniciara el conflicto aunque, como ya se ha advertido, uno de ellos fuera José Calvo-Sotelo, al que no sería descabellado considerar la primera víctima de la violencia política en la Guerra Civil.

La preocupación por la suerte de los diputados fue ya vivida desde la misma Guerra Civil y, a comienzos de agosto de 1938, el embajador español en Buenos Aires, Ángel Ossorio y Gallardo, escribió una carta al ministro de Estado exponiéndole la conveniencia de contrarrestar la mala imagen que daba a la República la proliferación de noticias de diputados asesinados en la España republicana (12). De hecho, para esa fecha, los asesinatos de diputados habían terminado y, como se indica a continuación, los sublevados habían matado a más diputados en ejercicio que los republicanos.

En cualquier caso este elevado número de muertes tenía su propia lógica en la circunstancia del desencadenamiento de una Guerra Civil. Como ha señalado M. Seidman

«...los militantes de ambos bandos se dieron cuenta de que el enemigo tenía que ser rápidamente eliminado. Los asesinos de todas las creencias compartían un fanatismo común. Una mezcla de odios y temores sociales, políticos y religiosos, incitó a cometer lo que el poeta Rafael Alberti calificó de ‘asesinato necesario» (13).

Para los sublevados estos asesinatos formaban parte del proceso del rápi- do control de la vida política que pretendían. El general Mola lo había dejado muy claro en una de las bases de la instrucción reservada que había firmado el 25 de mayo de 1936:

«Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado".

Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas» (14).

Al margen de la eficacia que deba concedérsele a estas instrucciones, que tal vez fueran conocidas por muy pocos, da la impresión de que en el bando sublevado se produjo una represión más amplia y más sistemática, encaminada

En el bando republicano los diputados contrarios al Frente Popular fueron también vistos como potenciales elementos simpatizantes de los sublevados y serían objeto de la furia revolucionaria desde una fecha muy temprana. En muchos de esos casos con escaso control por parte de las autoridades republicanas legítimas, pero con activa participación de líderes locales de partidos, sindicatos y comités (16).

Junto a instrucciones más o menos apresuradas de ejercer la violencia, o las ideas arraigadas de la maldad intrínseca del rival y de la necesidad (y hasta la bondad) de su eliminación, también debió operar, en el mismo sentido, el terror desencadenado por la expectativa de la violencia del otro bando. Ese terror de expectativa pudo ser alimentado, en no pocas ocasiones, por los relatos de las tropelías experimentadas por los enemigos, que se traduciría en afán de revancha o en una violencia de anticipación, que trataba de conjurar amenazas futuras. El miedo dio lugar al terror y este alimentó a aquel. Cuando las autoridades de ambos bandos se sintieron más seguras, el terror disminuyó; aunque también esta «normalización» se debió a que los más obvios enemigos habían sido eliminados o habían huido ya.

Por lo demás no deben ser olvidadas las observaciones que algunos especiaListas han hecho sobre la naturaleza de los conflictos civiles. Por una parte, la idea de que en los ámbitos locales de enfrentamientos civiles muchas veces prevalecen los conflictos locales y privados, sobre las grandes cuestiones que dividen a los contendientes; de otra, la de que los actores locales trataron de resolver muchas veces sus conflictos, al margen de los grandes objetivos de los dirigentes (17). [...]


NOTAS A PIE DE PÁGINA

(*) Este artículo ha sido realizado en el marco del proyecto «Análisis prosopográfico del personal político en las elecciones de la segunda República española» (Ref. HAR 2009-11852) de la Dirección general de investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, en el que el autor era el investigador principal

(1) VALLE (1976): . Carta de Azaña a Ángel Ossorio, de 31.5.1939, en AZAÑA (2000): 1267.

(2) Diario de Sesiones de Cortes (DSC), 10.1.1945.

(3) De ahí que no se incluyeran los nombres de los dos diputados que habían fallecido con anterioridad a esa fecha: José Picón Meilhon (Ávila) y Antonio Villar Ponte (La Coruña).

(4) No era, sin embargo, una relación demasiado exacta. Faltaban los nombre de algunos otros diputados fallecidos con anterioridad a la fecha de la reunión de las Cortes, como Víctor Berjano Gómez, Luis Espada Guntín, Ramón Molina Nieto, Teodoro Pascual Cordero, José Sabucedo Morales y Félix Valenzuela de Hita. Por el contrario, se daba como fallecidos a algunos que no lo estaban entonces como José Acuña y Gómez de la Torre, Félix Benítez de Lugo y Rodríguez, Eduardo Blanco Fernández, José Blanco Rodríguez, Bernardo Laude Álvarez, Honorio Riesgo, Adriano Romero Cachinero, Luis Felipe Sánchez-Cabezudo, Florencio Sosa Acevedo y Joaquín de Urzáiz y Cadaval.

(5) La segunda vuelta se celebraría el 1 de marzo y las elecciones se repitieron el día 3 de mayo en las circunscripciones de Cuenca y Granada.

(6) Los diputados que tenían experiencia parlamentaria en las Cortes de la Monarquía no fueron, en todos los casos, monárquicos. Algunos miembros del Gobierno provisional de la Re- pública, empezando por el mismo Alcalá-Zamora, ya tenían experiencia parlamentaria y Largo Caballero compartía con José Calvo Sotelo el record de haber sido diputado tanto en legislaturas monárquicas como en la Asamblea Nacional primorriverista. Los diputados que tenían experiencia parlamentaria en las Cortes de la Monarquía no fueron, en todos los casos, monárquicos. Algunos miembros del Gobierno provisional de la Re- pública, empezando por el mismo Alcalá-Zamora, ya tenían experiencia parlamentaria y Largo Caballero compartía con José Calvo Sotelo el record de haber sido diputado tanto en legislaturas monárquicas  como en la Asamblea Nacional primorriverista.

(7) VILLARROYA (1981): 22.

(8) SEIDMAN (2003), p. 50, que cita a J. Casanova al recoger la expresión de Alberti.

(9) Estas instrucciones reservadas de Mola han sido reproducidas en muchos libros, des- de que lo hiciera Joaquín Arrarás en su Historia de la cruzada española. Una edición reciente en Los mitos del 18 de julio, Crítica, Barcelona, 2013, pp. 341-367

(10)Existe una página  en la red : ( http: es.wikipedia.orgwiki/Anexo: Diputados
(http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Diputados_asesinados durante la Guerra Civil_Espa%C3%B1ola) 
 

(11) Sesiones de la Diputación permanente, Legislatura de 1936, n.º 6, pág. 2

(12) VILLARROYA (1981): 22.

(13) SEIDMAN (2003), p. 50, que cita a J. Casanova al recoger la expresión de Alberti.

(14) Estas instrucciones reservadas de Mola han sido reproducidas en muchos libros, des- de que lo hiciera Joaquín Arrarás en su Historia de la cruzada española. Una edición reciente en Los mitos del 18 de julio, Crítica, Barcelona, 2013, pp. 341-367

(15)   SEIDMAN (2003), p. 57.

(16) En el momento en el que se redactan estas líneas el autor aún no ha podido enterarse de lo que les ocurrió, a partir del 18 de julio de 1936, a otros cuatro diputados de las dos legisla- turas republicanas anteriores, de los que se indica los años y las circunscripciones por las que fueron elegidos: Antonio Jiménez Jiménez, 1931, Barcelona (capital); Eduardo Layret Foix, 1931, Barcelona (provincia); José Luis Martín de Antonio, 1931, Madrid (provincia); y Diego Martín Rodríguez, 1933, Málaga (provincia).

(17)   KALYVAS (2003), pp. 475-476


    29 diputados muertos en la zona republicana durante la guerra


 SANDOVAL, Pedro (Albacete)  CEDA

 ADÁNEZ HORCAJUELO, Dimas (Toledo CEDA

 ALBIÑANA SANZ, José María .Burgos. Nacionalista

ÁLVAREZ VALDÉS Y CASTAÑÓN, Ramón (Oviedo)  Liberal Democr

AVIA GARCÍA, Félix (Toledo)    CEDA

AZA GONZÁLEZ ESCALADA, Bernardo  CEDA

BERMÚDEZ CAÑETE, Antonio (Madrid capital)   CEDA

BOSCH MARÍN, Francisco Javier (Valencia provincia)        CEDA

 CEBALLOS BOTÍN, Pablo (Santander)    CEDA

COLOMER VIDAL, Julio (Valencia provincia)  CEDA

CORTÉS VILLASANA, Ricardo (Palencia) CEDA

DAZA DÍAZ DEL CASTILLO, Fermín  ( Badajoz) Centro

ESPARZA GARCÍA, Rafael (Madrid ) CEDA

ESTEVAN MATA, Bartolomé (Teruel) CEDA

GUERRA GARCÍA, Juan Bautista (Palencia) CEDA

MADARIAGA ALMENDROS, Dimas de (Toledo) CEDA

MADERO ORTIZ CICUÉNDEZ, Jesús Salvador (Toledo) CEDA

MATEO LA IGLESIA, José María de (Ciudad Real) CEDA

MELGAREJO TORDESILLAS, Rafael (Ciudad Real) CEDA

MONCASI SANGENÍS, José (Huesca) CEDA

MONDÉJAR FÚNEZ, Daniel (Ciudad Real)    Agrario

PASCUAL CORDERO, Teodoro (Cáceres)      Indep

PIÑOL AGULLÓ, Luís (Lérida) Lliga

REQUEJO SAN ROMÁN, Jesús (Toledo) Carlista

RICO AVELLO, Manuel (Murcia provincia) Centro

ROLDÁN SÁNCHEZ DE LA FUENTE, José María (Málaga provincia) Progresista

RUIZ VALDEPEÑAS UTRILLA, Luis (Ciudad Real) Indep.

 SALORT Y DE OLIVES, Tomás (Baleares) CEDA

VALENZUELA DE HITA, Félix (Guadalajara) CEDA


41 diputados muertos en la zona sublevada durante la guerra



ACUÑA CARBALLAR, Antonio (Málaga provincia) PSOE

ANDRÉS MANSO, José (Salamanca) PSOE

ANTUÑA ÁLVAREZ, Graciano (Oviedo)  PSOE

BARRENA Y ALONSO DE OJEDA, LUIS ( Melilla)  UR

BARRIOS JIMÉNEZ, Manuel (Sevilla provincia)  PSOE

BERJANO GÓMEZ, Víctor José (Cáceres)  CEDA disidente

BERMUDO ARDURA, Rafael (Cáceres)  PSOE

BILBATÚA ZUBELDIA, Antonino (Pontevedra)  PSOE

BUJALANCE LÓPEZ, Antonio (Córdoba) PSOE

CALBO CUADRADO, Rafael (Cádiz) PSOE

CARRETERO RODRÍGUEZ, Viíctor Alfredo  PSOE

 CASAS SALA, Francisco (Castellón)  IR

CORRO MONCHO, Ricardo  ( Granada) UR

CUADRADO GARCÍA, Eliseo (Burgos)  IR

DÍAZ Y DÍAZ VILLAMIL, José María ( Lugo) IR

 DORADO LUQUE, Luis  ( María, capital) PSOE

 FERNÁNDEZ JIMÉNEZ, Ernesto (Granada)  PSOE

GARCET GRANELL, Bautista  ( Córdoba) PCE

GONZÁLEZ FERá́NDEZ DE LA BANDERA, José  Sevilla, provincia)  UR

GONZÁLEZ TALTABULL, Gabriel (Cá́diz)  UR

GRANADO VALDIVIA, Higinio Felipe (Cáceres) PSOE

GUTIÉRREZ PRIETO, Juan (Huelva)  PSOE

GUZMÁN GARCÍA, Manuel (La Coruñaa)  IR

LANDROVE LÓPEZ, Federico (Valladolid)  PSOE

LOZANO RUIZ, Juan (JaeÉn) PSOE

MAESTRO SAN JOSÉ, José ( Ciudad Real) PSOE

MARTÍN GARCÍA, Antonio (Granada)  PSOE

MARTÍN ROMERA,Vicente ( Córdoba) PSOE

MIÑONES BERNÁRDEZ, José (La Coruña)  UR

MORENO JOVER, Antonio (Zamora)                                                    IR

MOYA NAVARRO, José (Sevilla provincia)  PSOE

PABLO HERNÁNDEZ, Nicolás de (Badajoz)  PSOE

PALANCO ROMERO, José ( Granda)                                              IR

PRIETO CARRASCO, Casto (Salamanca)                                      IR

RODRÍGUEZ FIGUEROA, Luis (Santa Cruz de Tenerife IR

 RODRÍGUEZ MOLINA, Miguel (Granada)  IR

UFILANCHAS SALCEDO, Luis (Madrid provincia)                      PSOE

UFILANCHAS SALCEDO, Luis (Madrid provincia)  PSOE

SUÁREZ MORALES, Eduardo (Las Palmas)  PCE

SUÑOL Y GARRICA,José (Barcelona, capital) Esquerra

 VILATELA ABAD, Gregorio  ( Teruel) IR



19 diputados de la legislatura de 1936 muertos por el régimen

franquista después de la guerra

BESTEIRO FERNÁ́NDEZ, JuliÁn (Madrid capital) PSOE

BOLIVAR ESCRIBANO, Cayetano ( Málaga) PCE

CASTRO MOLINA, Manuel (Córdoba) PSOE

COMORERA SOLÉ, Juan (Lérida) Unió Socialista de Catalunya

COMPAYNS, JOVER, Luis / Barcelona capital) Esquerra Republicana

ESCADELL ÚBEDA ; Isidro (Valencia provincia). PSOE

GÓMEZ SERRANO,Eliseo ( Alicante) IR

LÓPEZ QUERO,José ( Jaén) PSOE

MENOYO BAÑOS, Francisco ( Granada) PSOE

MOLINA CONEJERO, Manuel ( Valencia capital) PSOE

MUÑOZ MARTÍNEZ, Manuel ( Cádiz) IR

ORTEGA MARTÍNEZ, Manuel ( Cádiz) PCE

PERIS CARUANA, Alejandro ( Jaén) PSOE

PESET ALEXANDRE,Juan ( Valencia, capital) IR

RUBIERRA RODRÍGUEZ, Carlos ( Madrid provincia). PSOE

SAN ANDRÉS CASTRO, Miguel ( Valencia capital) IR

VILLALTA GILBERT, Miguel (Alicante) PSOE

ZUBALZA ELORGA, Ricardo ( Badajoz) PSOE

ZUGAZAGOITIA MENDIETA, Julián ( Vizcaya) PSOE


10. BIBLIOGRAFÍA


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