DE LA HEROÍNA ANTIFASCISTA A “LA HEMBRA QUE NO REFLEXIONA”: LAS MUJERES EN LOS ESCRITOS DE LA GUERRA DE ESPAÑA DE MARGARITA NELKEN

 

DE LA HEROÍNA ANTIFASCISTA A “LA HEMBRA QUE NO REFLEXIONA”: LAS MUJERES EN LOS ESCRITOS DE LA GUERRA DE ESPAÑA DE MARGARITA NELKEN.


Allison Taillot

Université de Paris Ouest, France. E-mail: allison.taillot@wanadoo.fr

Recibido: 14 Octubre 2010 / Revisado: 12 Noviembre 2010 / Aceptado: 17 Noviembre 2010/ Publicación Online: 15 Febrero 2011

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Resumen: Durante la guerra de España (1936- 1939), se produjo una masiva movilización de las mujeres republicanas en la lucha antifascista. Este fenómeno implicó la generación de un nuevo discurso sobre la mujer y su papel social. En este trabajo, se trata de estudiar las aportaciones de la incansable activista antifascista Margarita Nelken a este nuevo discurso analizando más en particular las crónicas casi cotidianas que publicó en Claridad y Mundo Obrero en 1936 y 1937 y en las cuales hizo de la cuestión de las mujeres en la guerra uno de sus temas predilectos. 

Palabras clave: Margarita Nelken, guerra civil, movilización femenina, antifascismo, género.

Biografía de Margarita Nelken. Academia de la Historia

La guerra de España de 1936 – 1939 ha dado lugar a una historiografía de género rica y unánime en reconocer la importancia del conflicto como catalizador de la movilización femenina en la zona republicana (1) . Al producirse la sublevación militar del 18 de julio, las mujeres irrumpieron en la escena pública, rompiendo con su tradicional aislamiento de la vida política y se empeñaron conjunta y espontáneamente en el esfuerzo colectivo de combatir el fascismo. Además, como lo señala María Jesús Dueñas Cepeda, “la opción de luchar por la República […] significó para muchas mujeres la defensa de un estatus político recién conquistado y una ocasión para redefinir su propia identidad”(2) . La propuesta que se presenta bajo el título de “ De la heroína antifascista a la ‘hembra que no reflexiona’: las mujeres en los escritos de la guerra de España de Margarita Nelken” pretende dar a conocer y analizar en su contexto las aportaciones de Margarita Nelken (1894-1968) al reajuste que se produjo durante la guerra de España en “las posiciones frente a la mujer y la configuración de su papel social” (3) . Esta “moderna”(4) destacada en la vida pública, cultural y política española de los años veinte y treinta, cuyo compromiso con la causa femenina ya era público y notorio (5) , no tardó en efecto en hacer de la cuestión de la mujer en la guerra uno de sus temas recurrentes y de la comunidad femenina española uno de los destinatarios prioritarios de sus numerosísimas crónicas periodísticas de los años 1936 y 1937.

En aquella época, gozó de una tribuna privilegiada (6) para la divulgación de sus ideas al respecto a través de dos diarios emblemáticos de su evolución política e ideológica: Claridad (7) – en el que se publicaron 33 entregas suyas entre el 15 de agosto y el 11 de diciembre de 1936 – y Mundo Obrero (8) – en el que publicó 38 crónicas entre el 9 de enero y el 14 de noviembre de 1937. El análisis de las más emblemáticas de sus crónicas nos permitirá observar en qué medida contribuyó Margarita Nelken en la generación de un discurso renovado y renovador acerca del papel social y político de las mujeres españolas, a la par que mostrar cómo se singularizó de las demás rojas comprometidas con la causa antifascista. 

1. DE LA HEROÍNA ANTIFASCISTA…

 “Nuestras compañeras de Barcelona” (9) . “Para una compañera” (10). “Respuesta a una camarada”(11). Salta a la vista en los títulos de sus crónicas la voluntad de Margarita Nelken de hacer de éstas un vector de diálogo y de unión entre las mujeres del bando republicano

Colectivo social y politizado, cuyo potencial se había visto hasta entonces infrautilizado por los partidos políticos y las organizaciones obreras, las mujeres tenían que ser atraídas a la lucha y federadas en torno a la temática común del antifascismo. Evidenciando la función movilizadora de sus escritos, la autora instaba a sus lectoras a la acción o, más precisamente aún, a “cumplir con [su] deber” (12). Cabe subrayar que, de manera sistemática, rechazaba la visión de una mujer como víctima indefensa e inocente (13) para resaltar mejor el deseo de sus compatriotas de tomar parte activa en el conflicto, de ser útil y de “demostrar [su] solidaridad con los que luchan”(14). Estas palabras, sacadas de “Respuesta a una camarada” que se publicó en Claridad el 12 de septiembre de 1936, dejan bien claro el carácter voluntario de la intervención femenina en la guerra y abogan por lo tanto por una integración urgente y necesaria de todas las republicanas a la lucha llevada a cabo… en la retaguardia. Es interesante subrayar en efecto la casi ausencia, en las crónicas de esta intelectual supuestamente transgresora y como tal peligrosa (15), de cualquier alusión a la figura mítica y emblemática de la guerra de España, la miliciana. Esta imagen militarista y rupturista de la mujer había surgido con el impulso revolucionario de los primeros tiempos de la guerra antes de verse sustituida por otra, más tradicional y clásica: la de la madre combatiente. En sus crónicas de 1936 y 1937, Margarita Nelken se centra precisamente en ella y refleja, por lo tanto, la contribución básica de las republicanas a la lucha. En términos de Ana Aguado, ésta se realizó en la retaguardia, donde sus funciones y actuaciones sociales fueron fundamentales para mantener el funcionamiento del país a lo largo de la guerra, no sólo en las fábricas o en la agricultura, sino también desde el trabajo voluntario en tareas de auxilio, asistenciales, educativas, sanitarias, en hospitales, comedores, lavanderías […] (16) Esta incorporación a la producción y a las actividades extradomésticas, este acceso de las mujeres a nuevos espacios sociales y políticos, respondía según Margarita Nelken a las necesidades de la guerra. Se trataba ante todo de “actuar acorde con el imperativo de las circunstancias” (17), lo que, para las mujeres, significaba actúar como mano de obra sustituta para mantener el funcionamiento del país y realizar todo tipo de trabajos auxiliares y asistenciales, “detrás de los mostradores”(18) de las mercancías o confiterías, en las guarderías infantiles o en las fábricas de municiones. Por secundario y complementario que pareciera, cada uno de estos puestos se integraba en la “defensa general” y constituía el “granito de arena [o] átomo indispensable de la piedra angular”(19) . En este sentido, es de notar la total coincidencia entre el discurso de la autora y la consigna movilizadora gubernamental, “Los hombres al frente de batalla, las mujeres a la retaguardia”. En sus crónicas emblemáticas de una tendencia unitaria dominante entre las personalidades femeninas más destacadas de la guerra (20) Margarita Nelken siempre pone por delante de las reivindicaciones femeninas la lucha antifascista. Hace hincapié en la eficacia, la abnegación y sobre todo, la serenidad de todas las republicanas ocupadas en tareas llamadas femeninas como “las mocitas, coquetonamente peinadas y arregladas”(21) de Toledo o las “camarada[s] Mercé [y] Herminia” de la Comisión Femenina de Barcelona (22). En repetidas ocasiones, alaba este comportamiento y pone de relieve su dignidad y su nobleza, explicándoles por ejemplo a sus lectoras en septiembre de 1936 que [t]anto como de compañeras que les ayuden en la línea de fuego, necesitan nuestros luchadores de compañeras gracias a las cuales no pasen frío, ni hambre, ni tengan que sumar, al esfuerzo que realizan al luchar, la preocupación de los hijos dejados atrás (23). Polarización política y consideraciones comunitarias quedan difuminadas en un esfuerzo de conciliación y de incorporación de todas a la resistencia colectiva al fascismo. A través de las crónicas de Margarita Nelken se va entonces configurando la visión de una comunidad unitaria, interpartidista y solidaria, de un verdadero, capacitado y necesario frente femenino antifascista. 

2. A LA ‘HEMBRA QUE NO REFLEXIONA’ 

A la imagen de la heroína de la retaguardia que, como elemento de pleno derecho de un pueblo (24) entrado en armas, no podía sustraerse a los imperativos de la guerra, se suma muy a menudo otra: la de la madre. Es importante recordar que durante el conflicto el discurso de la maternidad y de la domesticidad siguió vigente, concretándose en una serie de llamamientos y actividades dirigidas a las mujeres “como seres motivados para luchar por la causa antifascista sobre la base de su identidad como madres y esposas”(25). En las crónicas de Margarita Nelken, estas dos representaciones dominantes se complementan y fecundan hasta permitirle a la autora hacer de la participación de las mujeres en la lucha un deber absoluto, humana y éticamente hablando. Ya no se trataba para las republicanas de luchar por sus derechos sino de cumplir con sus numerosos y diversos deberes entre los cuales figuraba el amparo y la protección de la comunidad infantil republicana: ¿Con qué derecho, vamos a ver, con qué derecho disponéis de la suerte, del riesgo y de la vida de vuestros pequeños, vosotras que sois de ellos, y que, al echarlos al mundo, contrajisteis el sagrado deber de ser siempre, ante todo y por encima de todo, su amparo, su resguardo, su seguridad? (26) Legitimada por su múltiple condición de mujer, madre, diputada y activista antifascista (27), Margarita Nelken no vacila en mostrarse exigente, severa y hasta cruda con sus lectoras. Esta vehemencia se ve particularmente clara en la serie de artículos que publicó en enero de 1937 en Mundo Obrero y que podemos presentar con Ángela Ela Bordonada como su contribución a la campaña oficial “Salvar a los niños” (28). En ellas, se dirige con lúcidez y en exclusividad a las madres madrileñas que, pese a las consignas y a las exhortaciones, todavía se negaban a separarse de sus hijos y a abandonar la capital asediada y bombardeada a diario por las tropas del general Franco. Sin restarle valor a una decisión motivada, según ella, por un “orgullo de compañera y de madre ejemplar”(29), intenta primero convencer a sus lectoras aludiendo a las víctimas inocentes e indefensas de las bombas enemigas. Por eso, hace de sus visitas a los hospitales y de sus encuentros con algún “niño herido […] o cuerpecito palpitante de dolor”(30) la materia prima de sus escritos. La insistencia con la que trata el tema refleja en este sentido las dificultades con las que se enfrentó entonces para convencer a sus lectoras a la par que confirma el interés de Margarita Nelken por la cuestión de la infancia en la guerra. Apasionado, su discurso se hace cada vez más agresivo para con sus contemporáneas a las que tacha de “hembra[s] que no reflexiona[n]”(31) y a las que reprocha “un complejo absurdo de vanidad inconsciente de hembra que no sabe ni amparar ni proteger” (32). Esta reacción es, según ella, el fruto de la ignorancia y de la sumisión de las mujeres madrileñas al determinismo más peligroso, una falta a su deber de madres. Se impone en efecto en las crónicas de enero de 1937 la visión de una maternidad trascendida por las circunstancias bélicas y la fe en el triunfo final sobre el fascismo. Margarita Nelken invita a las madrileñas a cumplir con su “sagrado deber” (33) maternal en beneficio de las nuevas generaciones, en beneficio de si mismas y sobre todo en beneficio de la causa antifascista. En este sentido, es de notar la ambigüedad de la posición adoptada por la autora y la complejidad de la estrategia que va desarrollando en sus crónicas, entre acercamiento y toma de distancia, entre identificación y mirada crítica. Si su extrema virulencia puede explicarse por la urgencia de la situación, resulta más aún emblemática de lo que Carmen Alcalde presenta en La mujer en la guerra civil española como un “desdoblamiento de la personalidad”(34) propio de todas las líderes antifascistas. Paternalista y compasivo cuando evoca los sufrimientos y las fatigas de la guerra, su tono se hace en cambio exigente e incisivo al atacar la voluntad explícita de muchas de quedarse en Madrid, junto a sus compañeros en armas. Viviendo la dura experiencia de la guerra desde puestos de responsabilidad, Margarita Nelken se olvida de su condición de mujer y hace de sus crónicas a las mujeres republicanas un instrumento más de la lucha antifascista. 

A MODO DE CONCLUSIÓN 

Figura pública y destacada activista antifascista, Margarita Nelken hizó de sus crónicas casi cotidanas de la guerra de España un espacio de reflexión y de diálogo con las mujeres republicanas. Entre colaboración y distanciamiento, su discurso reflejaba por una parte las cambios acarreados por la contienda en la vida cotidiana y en las posiciones frente a comunidad femenina. Por otra parte, ponía de realce la singularidad de la autora en un conflicto que, de manera paradójica, iba a transformar su visión negativa de la comunidad femenina republicana. Sólo cuatro años después de la derrota republicana y desde su exilio mexicano, publicó en efecto en la revista Estampa un artículo titulado “También allá en España” en el que rendía un vibrante homenaje a las republicanas, precisando que “ […] a ellas no fue menester reclutarlas, ni siquiera llamarlas, sino contenerlas en su afán de colaboración”(35)


NOTAS 

(1) Véase Nash, Mary, Rojas. Las mujeres republicanas en la guerra civil, Madrid, Taurus, 1999; AAlcalde,Carmen, La mujer en la guerra civil española, Madrid, Editorial Cambio 16, 1976; Mangini González  Shirley, Recuerdos de la resistencia. La voz de las mujeres de la Guerra Civl española, Barcelona, Ediciones Península, 1997; Aguado, Ana Ma y Ramos, María Dolores, La modernización de España (1917-1939). Cultura y vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2002; Morant, Isabel (dir), Historia de las mujeres en España y América Latina. Vol. IV: Del siglo XX a los umbrales del XXI, Madrid, Ed. Cátedra, 2008 ; Belmonte, Florence (coord), Femmes et démocratie : les Espagnoles dans l’espace public (1868-1978), Paris, Ellipses, 2007 y Barrachina, Marie-Aline, Bussy Genevois, Danièle y Yusta, Mercedes, Femmes et démocratie. Les Espagnoles dans l’espace public (1868-1978), Nantes, Editions du Temps, 2007. 

(2) Dueñas Cepeda, María Jesús, Femmes et démocratie: les Espagnoles dans l’espace public (1868-1978), Paris, Ellipses, 2007, 106. 

(3) Nash, Mary, «Republicanas en la Guerra Civil : el compromiso antifascista» en Historia de las mujeres en España y América Latina. Vol IV ‘Del Siglo XX a los umbrales del XXI’, Madrid, Ediciones Cátedra, 2008, 125

(4)Mangini González, Shirley, Las modernas, op.cit, 204. 

(5) En 1919 había publicado un ensayo titulado La condición social de la mujer en España en el que resaltaba la importancia de la educación para las mujeres, denunciaba su penosa condición social y luchaba a favor de los derechos sociales de las mujeres trabajadoras. Uniendo la lucha por los derechos de las mujeres a la lucha social, dejaba en un segundo plano la cuestión del sufragio y otras reivindicaciones específicamente femeninas. A raíz de su militancia en el Partido Socialista a partir de 1931, sus planteamientos se hicieron más políticos pero siguió convencida de que el voto femenino no podría favorecer la lucha de la clase trabajadora.

(6) Cabe recordar que ya había tenido un verdadero protagonismo en determinados órganos de prensa en los primeros años de la II República con una crónica diaria titulada ‘Desde la Tribuna’ en El Socialista en 1931.

(7) Semanario socialista de crítica e información. Portavoz de la UGT entre 1935 y 1939.

(8) Órgano central del Partido Comunista. 

(9) Mundo Obrero, 13/05/1937,  pág, 4

(10) Mundo Obrero, 12/01/1937, pag 2 y 15/01/1937, pág 1.

(11) Claridad, 12/09/1936, 4-5.

(12Mundo Obrero, 5/05/1937, pág 3. 

(13) Véase “¡Ni perdón, ni olvido!”, Mundo Obrero, 9/01/1937, 4. 

(14)“Respuesta a una camarada”, Claridad, 12/09/1936, 4-5

(15) Véase sobre la vida y la figura de Margarita Nelken Mangini González, Shirley, Las modernas, op. cit, o Preston, Paul, Palomas de guerra, Barcelona, Mondadori, 2001. 

(16) Aguado, Ana, “Una cultura en guerra más allá de la cotidianeidad (1936-1939)”, en La modernización, op. cit, 267. 

(17)¡Cada uno en su puesto! ¡O sea en el puesto en que más útil ha de ser!”, Claridad, 3/10/1936, 3. 

(18) Ibid, 3. 

(19)“Respuesta a una camarada”, Claridad, 12/09/1936, 4-5. 

(20) Es interesante subrayar que Margarita Nelken fue muy activa en la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA), una de las dos principales organizaciones femeninas durante la guerra de España. Creada en 1933 bajo los auspicios del Partido Comunista de España, la “AMA se erigió como única organización unitaria representativa de las mujeres antifascistas españolas de cualquier afilicación política”. Véase Nash, Mary, “Republicanas en la Guerra Civil”, en Historia de las mujeres, op. cit, 129. 

(21) “La revancha de los Comuneros”, Claridad, 19/08/1936, 4-5. 

(22)“Nuestras compañeras de Barcelona”, Mundo Obrero, 13/05/1937, pág 4. 

(23) “Respuesta a una camarada”, Claridad, 12/09/1936, 4-5.

(24) Desde la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, el “pueblo” era entendido como sujeto colectivo, político, politizado y deseoso de intervenir en la vida nacional. 

(25) Nash, Mary, “Republicanas en la Guerra Civil: el compromiso antifascista”, en Historia de las mujeres, op. cit, 132. 

(26) “Para una compañera”, Mundo Obrero, 12/01/1937, pág 2. 

(27) Margarita Nelken era madre de dos hijos (Magda y Santiago). Había sido diputada socialista por Badajoz en las tres legislaturas de la II República y fue una activista antifascista destacada e incansable a lo largo de la guerra. 

(28) Véase sobre esta campaña por la que, para apartarlos de los horrores de la guerra, cientos de niños fueron separados de sus familias y conducidos a distintos países extranjeros Bordonada, Ángela Ela, “Introducciónn”, en Nelken, Margarita, La trampa del arenal, Madrid, Castalia, 2000, 24. 

(29) “Para una compañera”, Mundo Obrero, 12/01/1937, pág  2. 

(30)Ibid, 2. 

(31) “Para una compañera”, Mundo Obrero, 12/01/1937, pág 2.

(32) Ibid, pág 2. 

(33)Ibid,pág e 2. 

(34) Alcalde, Carmen, La mujer en la guerra civil, op. cit, 135. 

(35) Nelken, Margarita, “También allá en España”, Estampa, 11/05/1943. Cit en Domínguez Prats, Pilar, “Una visión del feminismo desde el exilio. Margarita Nelken” en Alted, Alicia & Llusia, Manuel, (dir), La cultural del exilio republicano español de 1939. Volumen I, Madrid, Universidad Nacional de Educación a distancia, 2003, 163. 



INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA


El articulo se publico en Diario ‘Claridad’ del 28 de agosto de 1936, páginas 4 y5:

«Las hembras de los señoritos» Autora: Margarita Nelken.

«A las alimañas (se refiere la ‘insigne’ Nelken a las hembras, que no mujeres) se las aparta por eso, porque son alimañas, y a las fieras dañinas, el hombre debe suprimirlas para salvaguardia de la Humanidad. Allí las tenéis, camaradas. Allí habréis de encontrarlas». Toma feminismo del PSOE, 

Hija de una francesa y de un joyero español, ambos descendientes de judíos alemanes, su abuelo materno había llegado a Madrid en 1889 como relojero de Palacio y poseía una relojería y joyería en Puerta del Sol.

Margarita recibió una educación esmerada que se tradujo en tempranas inclinaciones hacia la pintura, las letras y la música. Hablaba francés y alemán y se le debe la primera traducción de Kafka al español. Educada de forma exquisita por sus adinerados progenitores en París durante su adolescencia y juventud, vuelve a España en 1931 para ser elegida parlamentaria por la Agrupación Socialista de Badajoz.

De Margarita dijo Azaña: «Es la indiscreción en persona», y destacó «su abusiva campaña proselitista»

Todo lo abandonó en plena juventud para dedicarse al activismo marxista político y social. En los primeros meses de 1931, ingresó en el PSOE y participó, como candidata de la Agrupación Socialista de Badajoz, en las elecciones parciales de octubre de 1931. Resultó elegida entonces y también en noviembre de 1933, —primeras en las que al votar las mujeres, dieron el triunfo a las derechas— y febrero de 1936.

El anarquista Juan García Oliver en sus memorias ‘El eco de los pasos’ (página 258) la señala como organizadora de ajustes de cuentas y ‘paseos’ y de «acción terrorista irresponsable». Junto a su compañera Victoria Kent, se opuso a Clara Campoamor, también diputada, para evitar el voto femenino. En Badajoz organizó las milicias en las que estaba adscrito el abuelo de Pablo Iglesias.

Así definía su pensamiento sobre “las hembras de los señoritos”:

Periódico “Claridad” (portavoz del ala caballerista del PSOE) el 28 de agosto de 1936:

Exterminar a las “hembras de los señoritos”

Allí las tenéis, en los atardeceres sevillanos, paseando con algazara por calle de Tetuán con sus estampitas del Sagrado Corazón y sus lacitos bicolores al pecho.

Se dicen católicas y monárquicas. Vitorean a España y a Cristo Rey, y en su representación máxima, al ex general Queipo de Llano. Porque la máxima  representación de su España y de su religión es un oficial traidor, sádico y borracho. […] Allí las tenéis. Sin equivocarnos podríamos citarlas una por una como las enumera el pueblo sevillano, el verdadero pueblo de Sevilla, en esa lista grabada en su memoria y cuya cuenta habrá de saldarse inexorablemente.
 
Ya falta menos. Cuando llegue el momento no faltarán, de seguro, gentes sencillas, gentes todavía liberales, para implorar piedad para las mujeres. Ese día habrá que establecer la diferencia —rotunda, infranqueable— entre las mujeres y las hembras; entre las compañeras y madres de los hombres y las jaleadoras de los señoritos. Y para que nadie se llame a engaño, para que nadie pueda entonces hablar de crueldades inútiles, bueno será frente a esa lista de hembras de señoritos —las dignas hembras de los cazadores de obreros y campesinos—, estampar en letras imborrables el nombre de mártir de la esposa del doctor Ari[¿aga?] a quien los señoritos sevillanos fusilaron, con su hijito dentro de las entrañas, en pleno puente de los Remedios, por el hecho de ser la compañera de un comunista.
 
¿Venganza? ¿Represalias? No digas cosas absurdas, camarada [qué] todavía eres liberal A las alimañas se las aplasta por eso: porque son alimañas. Y a las fieras dañinas para el hombre, el hombre consciente debe suprimirlas para salvaguardia de la humanidad. Allí las tenéis, camaradas. Allí habréis de encontrarlas” (Claridad, 28-agosto-36, págs. 4 y 5).

En la autobiografía del anarquista Juan García Oliver “El eco de los pasos», ministro de Justicia del Gobierno republicano del 4 de noviembre de 1936 al 16 de mayo de 1937, cuenta como siendo presidente del Consejo de Ministros el socialista Francisco Largo Caballero, relata algunas menciones de Margarita Nelken.

En la página 306 hay una conversación con el coruñés Eduardo Val, secretario del Comité de Defensa del sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), justo antes de hacerse cargo García Oliver del Ministerio de Justicia. Esto le dijo Val:

“Quiero apercibirte de los manejos que se trae la comunista Margarita Nelken, que al frente de un comité de Juventudes Socialistas Unificadas es quien asume las funciones ejecutivas de la justicia en Madrid. Opera camuflada en una pequeña oficina del Ministerio de la Guerra. Ten cuidado con los que la rodean; la mayor parte son jóvenes guardias de Asalto vestidos de paisano“.


Nelken se afilió al Partido Comunista de España (PCE) en diciembre de 1936 con la fusion de la Unión de Juventudes Comunistas de España (del PCE) y las Federación de Juventudes Socialistas (del PSOE), dando lugar a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). El 15 de junio de 1936 se convirtió en secretario general de la JSU Santiago Carrillo, antes secretario general de las Juventudes Socialistas. 

Carrillo y Nelken pertenecían al sector del PSOE más izquierdista y más próximo a Francisco Largo Caballero, y la fusión de las juventudes socialistas y comunistas acabó sirviendo para que muchos miembros del ala más marxista del PSOE se fuesen al PCE.



Y aquella tarde,
contra las luces del crepúsculo sangriento,
una walkiria rubia, desmelenada al viento,
llena los aires de rencor: “Las piedras
del Alcázar -les grita- serán lechos
para nuestras mujeres y nuestros milicianos”.
Y las uñas sangrantes de sus manos
repintadas profanan la serena
tarde y la dulce sagra de abejas de oro llena.
¡Ay, maldita, maldita
Tú, la hebrea, la del hijo sin padre:
Margarita!
¡Nombre de flor y espíritu de hiena!”


  
                                 José María Pemán. Poema a Margarita Nelken.






Quien quiera hacer la semblanza de un personaje que no se encuentra ya entre los vivos —y por tanto nada puede aportar ni a su favor ni en contra— deberá investigar las opiniones de aquéllos que le ensalzan, y de sus detractores; asimismo es conveniente tener en cuenta el axioma latino res ipsa loquitur: los hechos hablan por sí mismos; porque serán estos hechos los que decidan si valió la pena su paso por este mundo.




Revista de la mujer nacional sindicalista // Revista para la mujer 

Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.. Sección Femenina

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Número 8. Septiembre de 1938










En aquel terrible Madrid di; agosto del 36, cuando el terror llegaba al máximo, apareció una noche en «Claridad» un artículo de Margarita Nelken en que pedía a las milicias no se limitaran a asesinar hombres, sino que incluyeran en «los paseos* a las esposas, novias o hermanas de los perseguidos. 

Estaba uno curado, al parecer, de espanto y sin embargo aquella especial incitación al crimen nos produjo la peor angustia. 

El artículo tuvo su efecto, las arpías de los barrios se unieron a la ronda de la muerte y  comenzaron a caer finas mujeres de la burguesía, blancas y espigadas madrileñas, en plena juventud, pues a la incitación criminal habían respondido los más bajos sentimientos humanos y aquello se convertía en la venganza, en suspenso durante siglos, de la fea contra la guapa. 

En aquellas noches calientes del estío madrileño aparecieron en solares y desmontes y en las trágicas posturas de la muerte, los cuerpos desgarrados de la flor del garbo, de las más bellas muchachas de la ciudad. Entre sus vestidos, hechos jirones, brillaba su tersa carne Manca ron luz de luna. 

Conocemos a las mujeres que fusilaban, eran aquellos monstruos de los desfiles del 1.° de mayo y de las broncas de los mercados arrabaleros. 

Eran las feas en celo, las contrahechas en rebelión, supurando odio y envidia, vengando en aquellas víctimas un daño del que eran inocentes, vengando el desaire perpetuo de los hombres hacia ellas. 

Ahí estaba toda Margarita Nelken. Mujer encorsetada y burriciega, pedante y sin encanto femenino, de carne colorada, había arrastrado una triste vida sentimental. Los hombres que se le habían acercado eran como ella, de oficinas oscuras, de plataforma de tranvía de las afueras; sin la gracia paleta de los hombres del pueblo y sin el estilo de los hombres de raza. 

Ella sabía que había algo más en el mundo de Cordón Ordax y Basilio Alvarez, pero a los demás hombres ella los vio siempre a través de sus impertinentes, alejarse con otras, con aquellas que hoy hacía fusilar. 

La Nelken hablaba de pintura en los museos y llevaba las retinas llenas de dioses, héroes y sátiros, pero debía tener la sensación al entrar en el Prado y adentrarse por la galería central, de que los Apolos y los Parises se volvían de espaldas para no verla. 

Había mujeres más feas y de peor figura, pero salvadas por la gracia. En ella era todo repulsión. 

Tenía una cursilería emponzoñada que le quitaba ese indudable atractivo físico que tienen muchas cursis; al verla encaramada en sus impertinentes se presentía su carne cruda, prensada, con varices y una ropa interior violeta. 

Creyó, como otras de BU tipo, que la República las elevaría a otras regiones sociales, y no fue así, sólo elevó sus sueldos. La gente fina del saber y del arte no fueron jamás con ella ni con las Araquistain ni las Vayo, por muchos tés que dieran. Las finas gentes de Madrid se siguieron reuniendo como antes, como después, sin contar con ellas y ¡triste ventura! en regiones de belleza y aristocracia. 

¡Cuánta inquina! 

Su rencor la llevó a los pueblos a predicar el robo y el asesinato, quería quitarse de en medio a toda la gente que le recordaba su i condición y cuando comenzó la orgía, de pronto se dio cuenta de que podrían salvarse las mujeres bonitas. 

«¡Que las maten también!»—gemía en «Claridad»... 

Pasada la guerra tendremos el corazón lleno de deseos de perdonar el daño, la comprensión para sin fin de actitudes, pero no podremos olvidar a los que aprovecharon esta tremenda convulsión para mostrar que eran la encarnación del mal, que tenían un alma podrida. No podremos olvidar, ni perdonar, a los asesinos, pero tampoco a los que encaramados en una situación de privilegio desde la que pudieron salvar, escarnecieron por el contrario, acusaron, denunciaron' llevaron a la muerte a tanto inocente. España se ha abierto en dos zonas y es ancha la zanja que las separa, en un lado las personas buenas, generosas, valientes; en el otro los malos. Antes se vivía en confusión, las apariencias nos hacían clasificar a las gentes de un modo caprichoso que luego ha resultado muchas veces falso. La guerra ha puesto las cartas sobre la mesa, la conducta de cada español en esta guerra es la huella «dactilar» de su corazón. Perdonaremos antes al que hoy está con el fusil frente a nosotros, que a los soplones, denunciantes, calumniadores, que aprovecharon la conmoción para saciar sus torpes envidias, sus tristes odios personales para vengar sus limitaciones, de las cuales no tenemos la culpa. 

Margarita Nelken es un tipo representativo, azuzadora del odio, promotora de la Muerte, merece nuestro encono eterno, nuestro castigo inexorable. 

Edgar Neviíle.





ENLACE
De todas las opiniones sobre Margarita Nelken, quizá sea la de Félix Schlayer la más digna de crédito por la calidad humana de quien fuera en aquellos terribles años cónsul de Noruega. Schlayer aprovechó su condición de diplomático para denunciar crímenes contra los derechos humanos, y para salvar las vidas de muchos perseguidos, acciones que le valieron el sobrenombre póstumo de “el Schindler español”. Fue el primero en denunciar las sacas de presos y los asesinatos en masa que se perpetraron en Madrid en 1936, así como los terribles sucesos de Paracuellos. Su libro Diplomat im roten Madrid (Un diplomático en el Madrid rojo) vio la luz en Berlín en 1938, pero no sería traducido al español hasta el año 2005, con el título de ‘Matanzas en el Madrid republicano‘.(enlace)




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