UNA CONFERENCIA POLÍTICA DE JULIÁN BESTEIRO. EL MARXISMO Y LA ACTUALIDAD POLÍTICA . EL SOCIALSITA 29 D EMARZO DE 1933
UNA CONFERENCIA POLÍTICA DE JULIÁN BESTEIRO.
EL MARXISMO Y LA ACTUALIDAD POLÍTICA
Publicamos, según prometimos ayer, el texto íntegro del discurso pronunciado por el camarada Besteiro el pasado domingo en el teatro María Guerrero: [...]
EL PELIGRO DEL REFORMISMO
Se aduce que los socialistas desde el Poder, en Alemania, en Inglaterra, y en Rusia los bolcheviques, en España misma, han hecho leyes favorables para la clase obrera, y es verdad. Es verdad; pero es que el Socialismo y un Gobierno de participación socialista o un Gobierno socialista, estando en el oficio, en el cumplimiento de la función de gobernar, pero no propiamente en el Poder, como estaba el primer Gabinete MacDonald; un Gobierno en esas condiciones, que haga en Inglaterra los subsidios al paro o las reformas de enseñanza, y en España la fecunda legislación social que gracias al ministro de Trabajo socialista tenemos, puede gobernar siendo fiel al Socialismo, pero moviéndose dentro de los límites de un Socialismo puramente reformista; y si el Socialismo toma este aspecto única y exclusivamente. reformista, entonces ha triunfado la teoría de Bernstein en la práctica del Partido, aunque no ueba triunfar posu contradicción con los hechos, y no beneficiará a las nuevas masas proletarias que se van formando día por día, en virtud del cumplimiento en gran escala de las leves establecidas por Marx; esos pnaletaries nuevos arrancados al cultivo de la tierra qua ya no solicita sus brazes; arratiaados a l a fábrica, que despide obreaos. Esos proletarios que eran antes estudiantes o abogados, de profesiones liberales, hombres de la clase media, que se han visto de pronto reducidos a la condición proletaria... Esos no se pueden conformar con un Socialismo reformista. Y el conflicto surge aquí si el Socialismo no se afianza en los principios de Marx. Si toma prematuramente el camino de las responsabilidades del Gobierno o si lo acepta por obligación, como queráis, el peligro se introduce cada vez más por la vía del reformismo; y el reformismo Le aparta indefectiblemente de las masas cuya inteligencia no está todavía despierta, cuya conciencia obrera no está esclarecida, pero que tienen una pasión revolucionaria que nosotros debemos cuidar, atrayendo a esos hombres a nuestras filas como garantía de su triunfo y del nuestro [...]
¿ DE QUÉ SERVIRÁ EL SACRIFICIO QUE HEMOS HECHO?
Y no basta que ellos puedan llevarla. Es ,preciso, porque es una obligación, que todos los reconozcan y los respeten. Pero, liquidemos nuestros problemas : no he de decir cuándo los socialistas han de salir del Poder. Lo ha de decir la organización. Ahora bien ; el día que aquello ocurra, ¿cómo lo haremos? ¿Marchándonos a la calle con una bandera de rebeldía y de protesta, mezclándonos en las luchas de los partidos republicanos Y contribuyendo a que se destrocen unos a otros, como en la primera República? No, no. Entonces, ¿de qué serviría el sacrificio que hemos hecho? Si tal ocurriera contribuiríamos a que se produjese un caos político, una degradación que para nosotros sería vergonzosa. Yo digo esto porque a veces he sorprendido exclamaciones y movimientos que me producían una cierta alarma. Por ejemplo, se dice: «Retiraremos del Poder a nuestros compañeros, pero nos prepararemos para coger el Poder completamente y hacer una política socialista.» (Voces de muy bien.) Esperad ; ya sé yo que por aquí voy al aplauso. Pero no me vais a aplaudir por eso. Fijaos que yo tengo ya bastante experiencia. Me acuerdo que un día que yo dije—era en tiempo de la Dictadura—, juzgando la situación política de aquel momento, que la monarquía estaba muerta y que todo era cosa de que una mano vigorosa cogiera al monarca y lo condujera a la frontera. Pues bien ; en días más próximos, porque yo no era partidario de la participación ministerial, un compañero me dijo : «Pero si lo he aprendido de usted, cuando decía que no hacía falta más que coger al monarca y ponerlo en la frontera.» Yo pensaba, al decir aquello, que alguien, que no era el proletariado, era sí el indicado para cumplir aquella función liquidadora, aunque no podía pensar tampoco que fuese la guardia civil.
TENEMOS UNA REPUBLICA DEMOCRATICA...
Pero con aquellas palabras no quería decir nada que ni de lejos se refiriese a la participación ministerial. Y recuerdo que otro día dije: «Somos demócratas. Queremos luchar en la zona de la democracia burguesa. Queremos un régimen republicano burgués, con preferencia a un régimen monárquico porque es el medio en que creemos que nosotros podemos obtener mejores condiciones para realizas- nuestra labor. Ahora, si las instituciones tradicionales se empeñan en perseverar y van destruyendo cada vez más la vida de la nación, haciendo que lleguemos a una situación como la de Rusia, no serán los comunistas los que ocupen el Poder: vamos a ser nosotros.» Y estoy viendo que un día, par un quíteme allá esas pajas, vamos a salir diciendo: «Vamos a ocupar el Poder con todas sus consecuencias, aunque sea con dictadura.» Y se va a añadir : «El compañero Besteiro lo dijo Un una ocasión.» Yo dije eso como una posibilidad remota, y realmente, si la descomposición monárquica hubiese persistido, en esas condiciones hubiésemos tenido que tomar el Poder. Pero ahora estarnos lejos de esas circunstancias, y más lejos una vez que, por nuestra propia acción, tenemos una República democrática, siempre estimable, aunque tenga defectos, que yo soy el primero en reconocerlos. Todos sabéis que a mí la Constitución no me parece la más perfecta que existe, como han dicho algunos. Al contrario, por iniciativa mía y después de muchas discusiones, la Agrupación Socialista Madrileña, en plena Dictadura, estableció unas bases de la Constitución de la futura República. En aquellas bases había varias coses, alguna que no hay en la Constitución, y en ésta hay cosas también que no había en nuestras bases. Había la doble Cámara. El Senado no hace falta. Pero la doble Cámara sí, para que se desarrollen precisamente las iniciativas socialistas; porque se plantean problemas industriales y económicos que en una Cámara como el Congreso, en que se vive en régimen de partidos, no encuentran el ambiente más apropiado.
LAS ORGANIZACIONES TECNICAS
Hace falta una Cámara para que las organizaciones técnicas que se vayan creando no sean centros de burocracia, porque yo no creo nunca que el burócrata y que el técnico deban ser lo que los bolcheviques quieren que sean: un esclavo. El burócrata esclavo, como la mujer esclava, se venga y corta las melenas a Sansón. Y es capaz de dominar al hombre más forzudo y más enérgico, sea ministro, sea marido. No; el técnico es un hombre, y, además, a medida que nos acercamos a nuestro ideal de vida social, todos tendremos que ser algo técnicos, porque el que no tenga la técnica de aserrar maderas o la de construir casas, o la de hacer versos o de hacer prosa, alguna técnica en suma, no es un trabajador y no puede tomarse en cuenta en una República de trabajadores. De modo que yo no estoy conforme con esa parte de la Constitución. Y hay otra parte, me cuesta un poco trabajo decirlo; es el Tribunal de Garantías constitucionales. Cada vez que durante la Dictadura asomaba la idea en un periódico, salía yo al paso, porque me parecía peligroso establecer esa especie de nueva dictadura de la toga sobre todos les otros organismos del Estado. La Constitución ha limado esos peligros, pero todavía subsisten, y yo quiero que la Constitución se aproxime en lo posible a nuestros ideales, puesto que es factible. Costará trabajo, ya que hay que contar con el asenso de muchas gentes. Pero los defectos de la Constitución se pueden reformar, y, por lo tanto, ni a nosotros ni a nadie le es lícito una apelación a la fuerza para imponer sus deseos, ya que hay procedimientos jurídicos legales, establecidas por la República y por nuestro esfuerzo, por los cuales se pueden abrir camine todos los ideales. Hay una ideología que dice que tiene tanto derecho como otra cualquiera a ser propagada. ¡Ah, si ¡Pero si esa ideología lo que quiere es producir una embriaguez patriotera, de las que tanto hemos sufrido en España, resucitar sentimientos ancestrales para acabar con la democracia y establecer por la fuerza un régimen que, por lo visto, en ninguna parte puede abrirse camino sin la apelación a la violencia, eso no se puede tolerar (Muy bien.)
ES PRECISO QUE NO RENEGUEMOS DE LA DEMOCRACIA
Pero, compañeros, para que nosotros tengamos autoridad para decir que eso no se puede tolerar, es preciso que no reneguemos de la democracia que hemos establecido. Hay en el movimiento obrero de todos los países, ya lo sabéis, dos tendencias: una, que se cree la heredera legítima del verdadero Marx, y que está expuesta en el libro titulado «Estado y revolución», que Lenin publicó el año 17. Un libro interesente, que fué escrito en el período de transición entre las dos revoluciones rusas últimas: la revolución burguesa y la revolución proletaria. Para Lenin era preciso apoderarse del Poder y establecer una verdadera dictadura en el sentido estricito de la palabra, para, mediante esa dictadura, acabar con el capitalismo. Y se nos presenta el momento difícil cuando Lenin establece esos principios. El creía interpretar fielmente a Marx; pero el hecho es que los pasajes más oscuros de Marx son los que se refieren, no ya a la lucha política, que está bien puesta en claro por el curso de la Historia, pero sí lo que en sus obras expresa constantemente con estas frases: «Poder político y dominio político.» Espíritus como el de Rosa de Luxemburgo han pensado que la interpretación de Lenin es infantil y que en realidad no recoge el espíritu de Marx, sino que lo deforma y empequeñece. La posición de Rosa de Luxemburgo y de otras compañeros socialistas contemporáneos ha sido ésta: el Poder político a que alude Marx, muy principalmente , consiste en dominar todos les resortes del Poder de la sociedad burguesa, por una acción de penetración decidida y enérgica y continua del proletariado. Y, cuando se tengan ya bien dominados, entonces cambiar de arriba abajo toda la estructura de la vida social.
Es decir, que para nosotros será un compromiso circunstancial ; pero no es obra esencial ni conveniente gobernar en un régimen burgués, mientras no estemos en verdaderas condiciones de hacer honor a nuestro espíritu. Y es posible que en una recta interpretación de la acción de la democracia social, que busca el dominio político, haya que aceptar principalmente las ideas de Rosa de Luxemburgo.
Y la tarea es enorme, porque no consiste en mandar -unos cuantos representantes a esas organizaciones, sobre todo económicas, v a las organizaciones de trabajo que puedan existir en la sociedad burguesa. Hay que mandarlos con un espíritu formado y mantener control sobre ellos, de tal manera que la acción de dos compañeros no sea la acción de su conducta Individual , sino la de las masas, que es la verdaderamente fecunda.
LOS RESABIOS JACOBINOS Y LOS RELIGIOSOS
Compañeros : yo quisiera que cada vez, do mismo que Marx, que fué despojando su vida de resabios jacobinos y de resabios religiosos y utopistas, fuésemos más profundamente r-evolucionarios en el sentido sereno, sabio y fuerte que -predicaba Marx, y que a las luchas políticas de da burguesía les concediéramos el valor que tienen realmente, y no es poco para nosotros, para que no perdamos la acción clarividente de nuestro ideal, porque a ninguno se nos oculta que en la acción de los militantes del mundo socialista se presentan momentos difíciles y de peligro. Y los peligros mayores que corremos no son los que se deben a virtualidad de nuestros enemigos, sino a los errores que nosotros podemos cometer. Y como está demostrado que las masas pegan muy caros los errores que puedan cometer, arrastradas por sus líderes, o que dos líderes pueden cometer empujados por las propias masas; como estamos presenciando los largos sufrimientos del proletariado italiano bajo la férula de un hombre que aprendió a ser eficaz en filas socialistas, para aplicar después sus aptitudes al servicio de una reacción burguesa verdaderamente detestable. Como estamos viendo en otras naciones, la suerte que corre un proletariado, que ha sido ejemplo y modelo, y que lo seguirá siendo, pese a quien pese, es preciso que nosotros, en este momento sepamos actuar con toda la energía, pero a la vez con toda la prudencia de los hombres verdaderamente enérgicos. Si hay que rectificar algo, porque no está bien, se rectifica, y no ha pasado nada. Pero en lo sucesivo no osciléis de un extremo al otro, como esos temperamentos inquietos y veleidosos que ora son socialistas ortodoxos, ora reformistas, ora bolcheviques, según el cuadrante del viento que sopla. Ni tan gubernamentales ni tan antigubernamenteles. Ni de un extremo ni de otro. Porque eso no son radicalismos, sino bandazos que dan las gentes que no tienen el espíritu formado y no saben colocarse en la posición verdaderamente eficaz y revolucionaria.
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