PREÁMBULO DE "AZAÑA, SIN MÁSCARAS" DE JOSÉ MARÍA MARCO
JOSÉ MARIA MARCO.
AZAÑA , EL MITO SIN MÁSCARAS
PREÁMBULO
EL CONSENSO AZAÑISTA .
LAS MÁSCARAS DEL MITO
(PÁGINAS 10 a 16)
[…] En noviembre de 1978, los rígidos con Carlos y doña Sofía, de visita en México, hicieron algo excepcional: acudir al domicilio de la vida de Manuel Azaña, Dolores de Rivas Cherif, para conocerla y saludarla. Era una forma de cerrar una herida personal, histórica y política, reconocer un legado nacional incorporarlo, con la sencillez Y la humildad están reservadas a los titulares de la Corona, a la Monarquía parlamentaria, la forma de la democracia liberal española.
El significado del testimonio gráfico de aquel encuentro ha ido cambiando con el tiempo.
Entonces fue una prueba de reconciliación y continuidad en forma de reconocimiento. Acabado convertido en una legitimación a la inversa, como si Dolores Rivas Cherif -que jamás debió figurar sí que llegaría asumir un papel como este- legitimara con aquel gesto la reciente democracia liberal española. Una pirueta político-ideológica mediante la cual, borrados 40 años de historia, la monarquía parlamentaria queda vinculada al recuerdo de la segunda República representada por Manuel Azaña. Aún peor: la nueva construcción simbólica permite apartar la historia previa a Manuel Azaña. Como si la monarquía parlamentaria española instaurada en 1978 quedará vinculada a la segunda República y esta, a su vez, se hubiera encarnado en un país en el que hasta 1931 no había asistido nada parecido a un régimen constitucional y liberal. En otras palabras, se establece una relación intrínseca entre monarquía parlamentaria y República, y otra entre República y democracia liberal.
No cabe duda de que estas interpretaciones son lícitas y argumentales. No son indiscutibles, en cualquier caso, ni forman parte de los fundamentos históricos y políticos de la democracia española
La relación entre República y democracia es más complicada de lo que a primera vista puede parecer. Todos sabemos que no siempre una República es una democracia y hazaña, que lo sabía también como cualquier otro, se esforzó siempre por anteponer la primera a la segunda. Por razones que se explican en estas páginas, en hazaña la República prevalece sobre la democracia y esta solo es válida si respalda la República y, más exactamente la República de los republicanos, la República y el propio Azaña. Y es que la República y la democracia también estuvieron representadas por personas movimientos y partidos que tenían de ellas una idea muy distinta de la que representa Azaña: desde Lerroux hasta Alcalá Zamora, sin excluir a quienes no se sentían republicanos, en buena medida porque los republicanos como hazaña se empeñaron que expulsarlos del régimen. Así les ocurrió a los simpatizantes, votantes y miembros de la C.E.D.A.
Y si la República no es sinónimo de democracia, en particular en la concepción de Azaña, tampoco la segunda República advino, como se dijo entonces, en el vacío de un país sin civilizar, a media feudal y a medias norteafricano, por no echar mano de otros términos más crudos y más racistas, que durante mucho tiempo se han utilizado para describir la contextura moral de los españoles. En España había una tradición constitucional y liberal, propiamente nacional, que se remontaba a 120 años atrás. Estaba consolidada y firmemente arraigada en la mentalidad y en las costumbres españolas, y si la monarquía constitucional entre 1902 y 1923 no consiguió la transición a una democracia plena, en buena medida, como Roberto Villa ha demostrado recientemente en su estudio estuvo en la revolución de 1917, por obras de aquellos mismos que en 1931 se proclamaron los únicos demócratas. No era una tarea fácil, en cualquier caso, y el fracaso de los españoles no es ni mucho menos el único de los que se produjeron en Europa.
Si se tiene en cuenta todo esto, se entenderá mejor lo discutible que es la vinculación de la monarquía parlamentaria española de 1978 con la segunda República, lo lógico, y lo que no se ha hecho a pesar de algún esfuerzo coyuntural, era relacionarlas también con la tradición liberal y constitucional española, intrínsecamente ligada a la Corona. Y lo lógico, y lo que tampoco se ha hecho, es exponer y explicar las virtudes y las ventajas que la corona tiene, por razones políticas, ideológicas, culturales e históricas, para la preservación y la cohesión de la democracia liberal en nuestro país. Así que desde los años 70 venimos hablando de reyes republicanos y de una Monarquía republicana, como si eso fuera posible. Es una de las muchas fantasías absurdas que desde entonces pueblan el imaginario político intelectual español.
El personaje de Manuel Azaña. En particular el Azaña de los grandes discursos de la Guerra Civil, Como aquellos en los que proclama su rechazo a la idea misma de una victoria sobre compatriotas y en los que invoca una “patria eterna “que nos invita a “la paz, la piedad y el perdón “. Igualmente está en la Azaña de la velada a Benicarló, un coloquio sobre las causas y el desarrollo de la guerra civil llevado a la cena por José Luis Gómez, esta vez en 1981 […]
Los discursos de guerra y la velada del Inca flor son textos importantes en nuestra historia y construyeron, tal y como escultor no había pensado a construir un mito: el de una hazaña que vendría ser la encarnación misma de una República reformista, moderada y modernizadora. Pues bien, ni existía ese país casi primitivo inventado por la imaginación de los noventayochistas y los regeneracionistas, nutridos de romanticismo y nacionalismo, ni Azaña quiso representar nunca una República moderada. Es verdad que la firmas y a partir de 1936, por motivos que se exponen las siguientes páginas.
No decía lo mismo, ni mucho menos, en años previos, cuando la República debía traer aparejada destrucciones, “que no puedan prepararse jamás “
La política zarista de la segunda República no es reformista, y es Azaña el que se encarga de dejarlo claro una y otra vez. Reformas militares van destinadas a republicanizar el Ejército, no sólo a racionalizarlo. La política religiosa y educativa, inspirada la primera por el propio Azaña, no consiste solo en la separación de la Iglesia y del Estado ni en la continuación del esfuerzo de alfabetización y de instrucción ya realizado durante años. Era una ambiciosa empresa de secularización de la sociedad española que exigía la supresión de la libertad de enseñanza y la asfixia económica de las órdenes religiosas. La República, por otra parte, recurrió a una ley promocionada por el propio Azaña, la ley de defensa de la República, que le permitió no respetar las garantías de derechos establecidas en la Constitución de 1931. Y la promulgación del estatuto de Cataluña, el proyecto político más querido de hazaña, no se encaminaba a una descentralización, sino a una refundación de la nación española, que debía reanudar con una tradición de la unidad nacional perdida con los Austrias. Desde entonces la historia de España había sido una “digresión monstruosa “a la que la República, convertido ahora en una empresa de restauraciones, se proponía poner un punto Final definitivo para crear la única España auténtica. Para Azaña no existe más nación que la que quiere construir, y como no logró implantar instalación imaginada de raíz literaria y nacionalista-España vacía, en el sentido estricto de la expresión-, la conclusión llegas sola: la nación española no existe.
A pesar de las reivindicaciones que del diálogo y de la zona templada del espíritu hizo durante la guerra civil, nunca antes hazaña había concebido la República como un régimen pluralista y tolerante, como lo concibió, por ejemplo, Alejandro Lerroux. De hecho, esas formulaciones destinadas a confeccionar un personaje nuevo, le permitirá subrayar cualquier crítica de sus posiciones previas. En Azaña, los culpables siempre son los demás (de derechas, de centro o izquierdas, dicho sea de paso). Nunca hay fracaso de sus acciones o de sus expectativas le lleva a variar el rumbo de su conducta. Daremos algunos grandes ejemplos en estas páginas. Quizás el más sobresaliente es el que sigue al resultado de las elecciones legislativas de noviembre de 1933, cuando su partido de acción republicana tuvo cinco escaños (de 473) Y el mismo salió de diputado gracias a que Indalecio Prieto lo incluyó en la lista del PSOE por Bilbao. Los fotos demostraron que el apoyo de quien había creído encarnar las palabras y la razón de ser de la República republicana, era insignificante. Eso no importo: la República tenía que ser de izquierdas, y lo seguía a costa de lo que fuera. También ese secuestro de la democracia forma parte del legado de Azaña.
La reacción de Azaña el resultado electoral fue solicitar al jefe del Estado que disolviera aquellas cortes y convocará nuevas elecciones. En ningún momento se le ocurre la posibilidad de que sus decisiones hayan nacido de una equivocación. ¿Por qué? porque hazaña, al revés de lo que se ha dicho repetido hasta la saciedad, no plantea una propuesta de cambio moderada y dialogada, sino otra de orden mítico, que requiere una compulsión completa de la realidad política, social y cultural. una revolución, que es lo que se propone hacer el 1931, como también pretenden estar haciéndolo los miembros de los partidos que le respaldan en las Cortes. Las elecciones de 1933 no constituyen por tanto un fracaso coyuntural en un proyecto entre cuyos fines está la consolidación de la democracia liberal bajo el régimen republicano. lo que ha fracasado-mejor dicho, lo que se ha hecho fracasar-es la revolución puesta en marcha en 1930 y 1931. De ahí la justificación de la nueva reunión de octubre de 1934, esta vez ya declaradamente anti republicana, y las dificultades que tiene hazaña para adoptar una posición clara ante la revolución sindicalista de 1936 y ante el embrión de revolución comunista iniciada con Negrín, que él mismo había contribuido a llevar a la Presidencia del gobierno.
Cuando en España, en torno a 2010 y en plena crisis económica, se volvieron a escuchar expresiones como “nueva “ y “ vieja política “ o “ regeneración “, muchos de los que las ponían en circulación no quisieron darse cuenta de que está de vuelta a la mentalidad y la forma de pensar que precedieron el intento revolucionario de 1917, al de 1931 y al de 1934. Revoluciones frustradas, que había llegado el momento de completar al final. La de 1931 representaba este impulso mejor que ninguna otra: por su índole supuestamente democrático y por la apariencia reformista. Se atractivo, aun así, seguía residiendo en su carácter revolucionario. Como tal, comportaba un aspecto innegociable en las revoluciones modernas. Lo que se dilucida en estas revoluciones, que arrastra el anterior para construir algo nuevo, no es solo un orden nuevo. Es el hecho mismo de la identidad: definir de nuevo es la naturaleza de la ciudadanía y de la comunidad política que se quiere instaurar.
Es el proyecto que rige la vida política española desde 2004 y del que son elementos clave la cuestión de la memoria histórica, la incorporación al gobierno de España de quién es aborrecen relación española y la tolerancia incluso el respaldo al proyecto separatista de Cataluña. Como el mito Azaña ha alcanzado tal prestigio hay quien acude a él para discutir esos mismos proyectos de Memoria histórica o las acciones del nacionalismo, separatista o no. Un pino recordar y Azaña mismo porra de la historia al liberalismo español. En cuanto al nacionalismo catalán, que es cierto que hazaña le dice al Negrín, en 1939, que él no comparte su día de la independencia de Cataluña. Olvida él mismo aceptó esa misma hipótesis en 1930 en una famosa alocución en Barcelona.
En las siguientes páginas intenta comprender cuál es el significado del cambio propuesto por hazaña con su estatuto de Cataluña. Tenía un aspecto restaurador, porque se trataba de dar nueva vida a una nación española que se remonta, saltando por encima de esa “disgresión” que fueron los siglos de las monarquías de los Austrias y de los Borbones, a los lejanos tiempos de la reconquista, cuando se esbozó el proyecto de una España auténticamente nacional. También quería abrir paso a una España nueva. El proyecto fracasó al poco de nacer, en 1934. Estaba condenado desde el principio, como se podía prever traje ocurrido en Cataluña en 1931. Esto no impidió que el 1978 la democracia española lo volviera a hacer suyo, con la misma farmacia a la que recurrió hazaña y 1930: la de Cataluña es asunto, por no decir propiedad, de los nacionalistas. Y como era de esperar otra vez el proyecto volvió a naufragar con el proceso independentista de Cataluña iniciado en 2012. El Estado de las autonomías no ha conseguido desactivar ni por supuesto integrar el nacionalismo, pero el prestigio del mito de Azaña es tal que sirve también para seguir defendiendo un Estado, en este aspecto fallido.[…]
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