EL INTENTO DE LA IZQUIERDA DE ANULAR LOS RESULTADOS ELECTORALES DE NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1933
Payne, Stanley: El colapso de la República. Ed. La Esfera de los Libros. Madrid 2006
EL INTENTO DE LA IZQUIERDA DE ANULAR
LOS
RESULTADOS ELECTORALES DE
NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1933
páginas 76-79
La derrota de izquierda reaccionó con ira, temerosa de que un gobierno más conservador deshiciese muchas de las reformas republicanas.Se encontraban mucho menos dispuestos que la derecha en 1931 a aceptar una derrota temporal, aunque ellos mismos habían redactado una ley electoral muy activa y calculada, pinchaban, para servir a sus propios intereses específicos. La respuesta inicial tristeza no fue prepararse para actuar leal oposición, sin embarcar sin manipulaciones destinadas a cancelar los resultados electorales. Para sorpresa de Alcalá Zamora, quien primero se lo propuso no fue otro que el ministro titular de Justicia, Juan Botella Asensí, quién, cuándo comprobó que el centro-derecha estaba a punto de ganar la " segunda vuelta ", murió el presidente a cancelar el proceso electoral de que aquella concluyera. Poco después, el ministro de Industria, Gordon Ordás, le presentó una propuesta similar.(1)
El siguiente intento no fue llevado a cabo por los ministros liberales de izquierda del gabinete, sino por el propio Azaña. El 4 de diciembre, día posterior a la finalización de la segunda vuelta, no se reunió con el presidente de la República, quien si había opuesto a la falsificación del proceso electoral, sino con el jefe interino del gabinete, Martínez Barrio, para sostener que los resultados deberían cancelarse dado que existía una gran desproporción con el total real de votos, obviando el hecho de que Azaña y sus aliados habían redactado esta ley electoral no representativa precisamente para garantizar así beneficios desproporcionados Martínez Barrio, al igual que el presidente, rechazó la propuesta de Azaña de un “ pronunciamiento civil “, aunque éste no se desanimó y sus esfuerzos por subvertir el proceso constitucional. Al día siguiente, repitió su propuesta en una carta y también firmaron Marcelino Domingo y Santiago Casares Quiroga (es ministro de gobernación y principal dirigente de la izquierda republicana gallega), en la que Azaña instaba al jefe del gobierno a tomar la iniciativa organizando, de manera inmediata, una nueva coalición gubernamental puramente izquierdista, para entrar al poder en manos de la izquierda antes de que el nuevo Parlamento tuviera oportunidad de reunirse. Dicho gobierno podría evitar la convocatoria de cortes celebrando unas nuevas elecciones tan pronto como fuera posible.(2)
La más extraña de estas propuestas para subvertir el proceso electoral la realizaron los socialistas, quienes enviaron a Juan Negrín, diputado socialista y profesor de fisiología, a interceder ante Alcalá Zamora, hablando en nombre de Fernando de los Ríos y del grupo parlamentario socialista, Negrín y presidente a cancelar de forma inmediata los resultados electorales y a formar y nuevo gobierno liderado por republicanos de izquierda, que prepararía una nueva ley electoral.
Dado que ya habían fracasado en su primer intento de redactar dicha ley y no representativa que favorecía para izquierda, lo que ahora se planteaba hacia la elaboración de un segundo conjunto de lamentos con los que esta vez, se garantizará favorecer solo a la izquierda. Puesto con este plan no habría tiempo, sería la Diputación permanente de las disueltas Cortes, reunidas al efecto, la que reconocería la dudosa legalidad de semejante ley artificialmente amañada, tras lo cual se produciría una nueva ronda de votaciones. El presidente rechazó por completo la absurda propuesta socialista y, más tarde, explicaría que, primero les llega una legislatura bicameral y ahora rechazaba una hora esta legislatura unicameral. (3)
Toda esta tétrica maniobra ponía de relieve lo que había llegado a ser la inamovible posición de la izquierda en la República: solo afectaría en el gobierno permanente de la izquierda y cualquier elección gobierno dominado por ella no era «republicano» ni «democrático», lo que bien pudo tener como efecto y hacer imposible la existencia de una República democrática. Hasta septiembre de 1933 la izquierda había gobernado por medios legales, en parte a través de su ley para la defensa de la República, reproducida ley de orden público de julio de 1933 con la que se facilitaba la restricción de los derechos de los oponentes. Cuando incluso sus propias regulaciones, tendenciosas injustas, resultaron inadecuadas para otorgarles la victoria electoral de 1933, la izquierda prefirió ignorar la misma constitución a cuya reacción había contribuido materialmente.
De ahí en adelante, la izquierda comenzó en cumplir la legalidad de manera cada vez más sistemática, reduciendo finalmente el orden llegar a escombros, lo que preparo para la guerra civil el terreno
NOTAS A PIE DE PÁGINA
(1) N. Alcalá Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona, pp- 258-259
(2) Martínez Barrio en Memorias (Planeta, Barcelona,1983, pp 212-213), recoge el texto de la carta. Compárese con Alcalá Zamora (Memorias, p 260) y C. Seco Serrano («De la democracia a la Guerra Civil» Historia general de España y América, Rialp, Madrid,1986,17, pp, XXII-XXIII, Santos Juliá en su obra Manuel Azaña racionaliza la subversiva política de su héroe argumentando que estaba dispuesto a prescindir de la Constitución para salvar la «democracia», presentando una extraña definición de esta última
(3) N. Alcalá Zamora, Memorias, pp 260-261
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