VIRGILIO ZAPATERO:"AL SEPULCRO DE FRANCO HAY QUE PONERLE 7 LLAVES EN VEZ DE PONERLO A CABALGAR PERIÓDICAMENTE"
El exministro del PSOE con Felipe González, Virgilio Zapatero, posa para El Confidencial. (A. M. V.) |
"Al sepulcro de Franco hay que ponerle 7 llaves en vez de ponerlo a cabalgar periódicamente"
Virgilio Zapatero es de los socialistas que no se reconocen en el PSOE de la actualidad, el partido en el que muchos de ellos llevan más tiempo de militancia que la edad media de sus actuales dirigentes.
El Confidencial 12 enero 2025
Javier Caraballo
Virgilio Zapatero es de la vieja guardia socialista, ministro de Felipe González en la primera etapa de aquellos gobiernos exitosos de la década de los 80. Nada más con resaltar este aspecto de su biografía, el lector ya presumirá que es de los socialistas que no se reconocen en el PSOE de la actualidad, el partido en el que muchos de ellos llevan más tiempo de militancia que la edad media de sus actuales dirigentes. Puede presumirlo el lector y acertará, aunque el currículo de este hombre, Virgilio Zapatero Gómez (Cisneros, 26 de junio de 1946), sea muchísimo más amplio en lo político y en lo académico.
Al comenzar la entrevista, le he preguntado por 'Funes, el memorioso', un personaje prodigioso que todo lo inmediato lo conocía por su capacidad asombrosa de percepción y de memoria. Pero con tanta acumulación de información, la realidad se iba solapando en su mente, una capa tras otra, y cada capa más extensa en de‐ talles de todo lo que le rodeaba. Por eso le contó a Jorge Luis Borges, que fue quien creó el personaje en un relato corto: "Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras". Le hago saber a Virgilio Zapa‐ tero que este personaje, que él menciona en su libro 'Aquel PSOE. Sueños de una generación' (Almuzara), me ha recordado la sociedad de nuestros días, este tiempo, y la desgracia de acumular información sin pararse a pensar. Mentes como vertederos, símil de las redes sociales de hoy. Dice Borges: "Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospe‐ cho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrota‐ do mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos". ¿No es eso mismo, acaso, lo que podría caracterizar a esta época?
RESPUESTA. Montesquieu decía que para ver bien el valle lo mejor era subirse a una montaña. Para el análisis siempre es mejor tomar distancia para que los detalles no te impidan ver la historia completa que se contempla. La revolución tecnológica nos aporta la posibilidad de conocerlo todo al instante y, sin embargo, no conocemos nada. Tenemos detalles, innumerables detalles individuales, pero sin capacidad para insertarlos en lo que ahora se llama un relato, una visión completa de la realidad. La consecuencia inmediata es esa otra reflexión que usted cita, pensar es olvidar diferencias. Vivimos un tiempo en el que cada cual se amarra a sus ideas y a sus prejuicios, sin posibilidad de encontrar puntos en común de conexión con los demás. Esa es la sociedad de hoy y esa es la política, se im‐ ponen las diferencias antes que las similitudes. La dificultad está en la capacidad para generalizar para atender a lo que nos une. Por eso me entusiasma ese cuento. Hace tiempo que no lo leo, con lo que lo volveré a leer ahora que me lo ha recordado.
P. Como catedrático de filoso‐ fía del Derecho, ¿le encuentra alguna explicación al hecho de que en sociedades democráticas asentadas se comience a despreciar la verdad, se cuestionen las instituciones y se acose al poder judicial?
R. El populismo siempre parte de la distinción entre 'casta' y 'pueblo', y con esa división de la sociedad ha cambiado el concepto de la lucha de clases por el de la lucha contra las élites. Pero se trata de un fenómeno complejo que, para explicarlo con más detalles, habría que aterrizarlo en algún país concreto y analizar las causas que lo provocan en ca‐ da sociedad.
P. En Estados Unidos, por ejemplo, tras las últimas elecciones, me llamó mucho la atención el artículo de un columnista de The New York Times, David Brooks, que le aconsejaba a la izquierda replantearse su propio discurso. Y decía: "Mientras la izquierda viró hacia el arte de la performance identitaria, Donald Trump se metió de lleno en la lucha de clases". Que un tipo como Trump acabe representando los valores de la lucha de clases es desconcertante, por lo menos.
R. En el fondo, lo que ocurre en Estados Unidos se explica por el hartazgo de la sociedad hacia un discurso político dominado por las teorías de raza, de la descolonización, de género, del lenguaje políticamente correcto. La clase media se siente menospreciada, incluso insultada, por una ideología que en lugar de plantear los problemas que existen de su realidad se acoge a políticas identitarias. Las políticas de igualdad se sustituyen por las políticas de las identidades. Se fragmenta la sociedad, se fomenta el tribalismo, y gobernar se convierte en la construcción de un rompecabezas con las distintas tribus. Esa fragmentación la percibo en España y, al igual que en Estados Unidos, la consecuencia es que no se ofrece a la sociedad un proyecto que pueda ser compartido por todos. En ese contexto, aparece un persona‐ je tan atrabiliario para noso‐ tros como puede ser Donald Trump y cataliza todas esas frustraciones, todos esos ren‐ cores y desasosiego de la clase media.
P. La distinción entre 'casta y pueblo', de la que habla, quien la comenzó a utilizar en España fue Podemos, extrema izquierda, pero quien más la rentabiliza en el mundo son los movimientos de extrema derecha.
R. Cuando hablamos de populismos tendemos a pensar en la extrema derecha, pero existe igualmente los populismos de extrema izquierda, y ahí tiene usted a Venezuela. El esquema es el mismo, se trata de dividir la sociedad entre casta y pueblo, elites y gente normal, buscando siempre un enfrentamiento. La izquierda siempre se ha querido diferenciar de la derecha por la búsqueda de la igualdad y ese perfil desaparece cuando se priman las identidades.
P. En España, ese enfrenta‐ miento se produce por la invocación constante del franquismo, como una amenaza latente. El presidente Sánchez ha dicho esta misma semana que la dictadura puede volver a España porque "el fascismo que creíamos dejar atrás es ya la tercera fuerza política en Euro‐ pa". ¿Usted lo comparte?
R. No, rotundamente no. El objetivo de esos actos de celebración de la muerte de Franco lo ha expresado bien Yolanda Díaz, la líder de Sumar, cuando ha dicho al respecto: "Nos están robando votos". El revival del franquismo lo que nos de‐ muestra es que Franco se ha convertido en un recurso electoral. ¿A qué se refiere exacta‐ mente el presidente, a un nuevo Franco? En fin, yo tomaría prestadas las palabras de Joaquín Costa para decir lo contrario, que al sepulcro de Franco hay que ponerle siete llaves. Eso de poner a cabalgar al dictador, periódicamente, a conveniencia política es un peligroso disparate. Todos esos recursos, en esta España democrática, habría que dedicar‐ los a fomentar el conocimiento de la Constitución en cole‐ gios, institutos y universidades, que es lo que yo echo de menos como profesor. Eso es lo que conviene y no abrir el sepulcro para 'resucitar' a Franco. En la etapa constituyente se debatió una enmienda que pedía que el estudio de la Constitución se incluyera en los planes de enseñanza y fue una pena que aquella enmienda decayera en el trámite parlamentario. Ahora nos damos cuenta de lo importante que hubiera sido.
Sánchez se abraza a Franco
José Antonio Zarzalejos El motivo de esta iniciativa conmemorativa no es otro que hurgar en la herida de la historia más lacerante de España para ha‐ cer tabla rasa de los esfuerzos de conciliación de la derecha y de la izquierda en la Transición
P. Es decir, que, siguiendo con el análisis anterior, en la socie‐ dad española se busca el en‐ frentamiento de la sociedad, que es el objetivo de los popu‐ lismos, con la invocación a Franco, ¿no?
R. De hecho, la consecuencia de esto es que salen claramen‐ te beneficiados los partidos de extrema derecha y de extrema izquierda. Cuando pasen esos cien actos que se han anuncia‐ do durante este año, los jóve‐ nes españoles no van a cono‐ cer mejor lo que ha pasado en España pero se habrá impulsa‐ do entre ellos la idea de una política de bloques enfrenta‐ dos. El ámbito propio del estu‐ dio de la dictadura franquista es el académico, como se ha venido haciendo muy bien en todos estos años de democra‐ cia. Los departamentos de Historia de las universidades están produciendo una gran cantidad de estudios sobre lo que supuso el franquismo y eso es lo que se debe seguir haciendo, fomentar la investi‐ gación y el conocimiento de todo lo que ocurrió en la dicta‐ dura. En una obra de Aristóte‐ les se menciona que en la de‐ mocracia de Atenas, tras una terrible guerra civil, se estable‐ ció que cualquiera que recu‐ rriera al pasado para hacer da‐ ño sería condenado. Ese era el delito que establecían los sico‐ fantes. En España no es distin‐ to; utilizar el pasado para ha‐ cernos daño, pasear el espec‐ tro de Franco durante un año por toda España, es, cuando menos, una operación poco in‐ teligente…
P. Usted formó parte de la co‐ misión constituyente del Con‐ greso. Es evidente que las li‐ bertades en España no co‐ mienzan hasta la aprobación de la Constitución de 1978. ¿Qué sentimiento le provoca que se diga que en este 2025 se cumplen 50 años de liberta‐ des?
R. ¡Puff! Le he dado muchas vueltas a cuál es el motivo de estas celebraciones de la dic‐ tadura… Está tan claro que lo que le conviene a España para avanzar es lo contrario, fomen‐ tar el entendimiento, la toleran‐ cia, el respeto… Es tan eviden‐ te todo esto que… ¿Qué sien‐ to? Desde luego incomodidad
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