EL PRIMER SITIO DE ZARAGOZA ENTRE EL 15 DE JUNIO Y EL 14 DE AGOSTO DE 1808. VESTIGIOS DEL ANTIGUO CUARTEL DE CABALLERÍA.
EL PRIMER SITIO DE ZARAGOZA ENTRE EL 15 DE JUNIO Y EL 14 DE AGOSTO DE 1808. VESTIGIOS DEL ANTIGUO CUARTEL DE CABALLERÍA.
En el número 40 del Paseo María Agustín se conserva la puerta y un tramo del muro del antiguo Cuartel de Caballería.
El cuartel fue construido en 1775 por el arquitecto zaragozano Pedro Pablo Camón, y ocupaba el solar comprendido entre la plaza de toros y la iglesia del Portillo, con capacidad para 600 hombres y otros tantos caballos.
La puerta (hoy cegada) estaba rematada por un escudo Real (actualmente en los jardines del Cuartel de Pontoneros) y permitía la salida directa de la tropa al inmediato campo del Sepulcro o Eras del Rey.[ explanada en el actual Paseo María Agustín]
El muro hacía las veces de muralla de la ciudad.
La puerta del Cuartel de Caballería fue escenario de la primera batalla de los Sitios de Zaragoza.
La mañana del 15 de junio de 1808 las tropas francesas, tras vencer a las españolas en Mallén y Alagón, estudiaron por dónde entrar en la ciudad.
Al mediodía los franceses atacaron las puertas del Portillo y del Carmen y, al ser rechazados, pensaron que el muro de ladrillo del cuartel y su puerta, más endeble, eran el punto más débil por el que podían forzar la entrada.
Dos veces consiguieron entrar en el cuartel por allí, y otras tantas fueron rechazados, dejando en el interior numerosos cadáveres. Los franceses, sorprendidos por la ferocidad de los zaragozanos, lanzaron aún un tercer ataque. Se combatió en el interior del cuartel metro a metro, pasillo a pasillo.
Una compañía de granaderos del 44º Regimiento francés logró cruzar el patio principal, pero la llegada de tropas de refuerzo desde el Arrabal hizo que tras un arduo combate los franceses abandonaran el edificio, al que incendiaron su tejado.
El 1 de julio el inmueble sería objeto de nuevos ataques, y durante todo el segundo sitio fue cuartel y hospital del batallón de cazadores de Fernando VII.
En 2020 distintas asociaciones alertaron de que la promoción de 117 viviendas de lujo en el solar del antiguo cuartel llevaba consigo la destrucción de la puerta por donde entraron las tropas francesas en la capital aragonesa en junio de 1808.
Esta no tenía ningún tipo de catalogación o protección desde el punto de vista del patrimonio histórico.
En un primer momento se pensó en la posibilidad de trasladarla, y finalmente Gestihábitat y la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza acordaron mantener un tramo del muro y la puerta ‘in situ’ e incorporarlos al nuevo proyecto.
Entidades de defensa del patrimonio, como Apudepa, reclamaron sin éxito que se conservara todo el muro. En junio de 2022 se derribó la parte del muro acordada previamente.
EL PRIMER SITIO DE ZARAGOZA
Tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia Española, concretamente entre el 15 de junio y el 14 de agosto de 1808.
El 15 de junio de 1808 las tropas de Napoléon Bonaparte iniciaron el Primer Sitio de Zaragoza durante la Guerra de la Independencia Española. Tras las derrotas en los días previos en Tudela, Mallén y Figueruelas, el ejército francés del general Lefebvre llegó ante los muros (más bien tapias) de Zaragoza. La ciudad estaba apenas guarnecida con poco más de 1.400 hombres del ejército regular, y sus defensas apenas constaban de unas tapias maltrechas, del castillo de la Aljafería, y los ríos Ebro y Huerva. Lefebvre vio fácil la victoria, pensando que en ese mismo día podría tomar la ciudad con un asalto general. Pero lo que no contaba era con el pueblo, que se había levantado en armas en defensa de “la religión, la patria y del rey legítimo, don Fernando VII”. Todo el mundo, clero, labriegos, burgueses, tenderos, hombres de armas, estaba dispuesto a participar en la defensa de la ciudad y, al fin y al cabo, lo que con más fiereza se defiende; sus familias y sus casas.
La noticia en la mañana del 15 de junio alarmó a todo el vecindario y se hicieron llamamientos para que de la forma que se pudiera todo el mundo participara para incomodar lo máximo posible el avance enemigo. Ya de mañana, las tropas napoleónicas asomaron desde los montes de Torrero y avanzaron hacia las puertas de Zaragoza en formación de batalla. Mientras bajaban por las lomas, los defensores comenzaron a recibirles con fuego de artillería desde las Puertas del Portillo, el Carmen y Santa Engracia, hacia donde se dirigía el asalto. Pero en una decisión muy controvertida, el general Palafox y su plana mayor abandonan la ciudad en el peor momento posible, defendiendo su marcha a Belchite para establecer allí el cuartel general y reclutar tropas para defender la ciudad. Como líder de la defensa quedó Vicente Bustamante, en su calidad de teniente del rey.
Poco antes de la una de la tarde, las tropas francesas estaban ya junto a las puertas de la zona sur, prestas a comenzar el asalto. Se produce entonces la llamada Batalla de las Eras en toda la zona entre las puertas del Carmen y el Portillo. Los franceses consiguen superar a los defensores e incluso entran en la ciudad a través de ambas puertas. A punto de hacer irreversible la brecha en las defensas y tomar la ciudad, los zaragozanos respondieron con furia y valentía, y con el poco armamento del que disponían lograron rechazar la ofensiva. De destacar es que, al contrario de lo que se venía haciendo de forma tradicional, en los Sitios el papel de la mujer logra una posición de enorme importancia, en la que se destaca a las defensoras como heroínas, y no como un mero protagonista secundario e incluso irrelevante, como venía siendo habitual. Las fuentes, como la del famoso “Diario de los Sitios de Zaragoza” de Faustino Casamayor, nos hablan de que ese día los franceses perdieron más de 700 hombres, por lo que Lefebvre ordenó la retirada mientras empezaba a digerir que la toma de Zaragoza quizás no iba a ser tan sencilla. Comenzaba así el primer sitio, que duró dos meses y costó a los franceses entre 3.000 y 4.000 hombres, por unos 2.000 de la parte defensora.
Zaragoza, que por entonces era conocida como la “Florencia de España” por su inmenso patrimonio (palacios, monumentos, etc), sería devastada, su población diezmada y tardaría décadas en recuperarse de lo que Goya llamó “los desastres de la guerra”. Pero también hizo mundialmente famosa a la capital del Ebro, mostrada como ejemplo de la resistencia frente al invasor. Quizás los franceses trajeran valores de libertad, igualdad y fraternidad, y desde luego no es que nos fuera mucho mejor con el felón Fernando VII, pero como ya había dicho Roberspierre, “nadie quiere a los misioneros armados”. Los Sitios de Zaragoza han aparecido mencionadas en multitud de obras, incluso algunas tan inmortales como en “Los Miserables” de Víctor Hugo o “Guerra y paz”, de Tolstói.
Sergio Martínez Gil
Batalla de las Eras (15 de junio de 1808)
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Batalla de las Eras el 14 de junio de 1808 durante el Primer Asedio de Zaragoza. |
La ciudad de Zaragoza no estaba amurallada, pero tenía dos barreras naturales, el río Ebro al norte y el río Huerva al este. El sur y el oeste solo estaban protegidos por un frágil muro de ladrillo, el castillo de la Aljafería y el convento de los Agustinos. Esta situación planteó la duda de si era mejor atacar a las tropas francesas en campo abierto o atrincherarse en las calles de la ciudad. Viendo el resultado de los últimos enfrentamientos con los franceses, se decidió optar por la segunda opción.
Las fuerzas militares con las que contaba la ciudad de Zaragoza eran escasas y Palafox declaró el reclutamiento forzoso de todos los aragoneses entre 17 y 40 años. El propio Palafox y su estado mayor abandonan la ciudad y se dirigieron a reagrupar las tropas dispersas en torno a Calatayud y Belchite. Pese a las dificultades, los pueblos y ciudades de Aragón enviaron las tropas que pudieron reunir, estaban escasamente uniformadas y peor armadas, pero muy motivadas. Palafox pudo reunir unos cientos de soldados profesionales y más de 10.000 voluntarios, algo de caballería y varias piezas de artillería.
La salida del general Palafox de Zaragoza, fue interpretada por algunos como una deserción y a punto estuvo de causar la rendición de la ciudad por parte del concejo zaragozano, pero la intervención del pueblo lo evitó.
Poco después de mediodía los franceses se presentaron ante las puertas de la ciudad. El general Lefevbre, esperando una victoria fácil se lanzó al ataque sin dar descanso a sus hombres. La artillería francesa abrió varias brechas en las tapias entre las puertas del Carmen y del Portillo y la infantería francesa las asaltó.
Tras algunos escarceos en el barrio de Casablanca y en los puentes sobre el Canal Imperial, los franceses lanzaron un gran asalto simultáneo contra en tres ejes:
Cuartel de caballería del Portillo en extramuros, donde fueron rechazados por dos veces en los mismos pasillos y salas, distinguiéndose el sacerdote Santiago Sas, párroco de San Pablo, al frente de 2 Cías de escopeteros de su barrio.
Puerta del Carmen, donde no consiguieron penetrar.
Santa Engracia, que quedó desguarnecida ante el desorden de los defensores, la caballería polaca, penetró hasta la plaza del Portillo, de donde fue expulsada por la reacción popular, que lanzó tejas y ladrillos y acuchillaron a los caballos. El agricultor José Zamora impidió que la infantería francesa ocupase la puerta.
El coronel de caballería Mariano Renovales lanzó dos contraataques junto al Huerva, consiguiendo hacer retroceder las avanzadillas enemigas, que abandonaron 4 banderas y 5 cañones, en lo que sería llamada batalla de las Eras.
Los franceses se reorganizaron y lanzaron nuevos ataques contra la Aljafería, el Portillo (donde por tercera vez fueron rechazados en los pasillos del cuartel de caballería), Puerta del Carmen (donde ocuparon temporalmente algunas casas) y Santa Engracia (donde volvieron a penetrar los ulanos polacos); siendo finalmente rechazados en todos los puntos por el entusiasmo popular y la llegada de los 1.100 hombres llevados por el coronel Marcó del Pont desde el pueblo de San Gregorio. Al final de la jornada, los franceses montaron su campamento en lo que actualmente es la carretera de Logroño, y allí intentaron reponerse tras haber sufrido 700 muertos (sobre un total de 6.000 hombres), frente a unos 300 defensores.
Inicio del asedio
Tras este fracaso inicial, los franceses se prepararon para un asedio en toda regla, sometieron la ciudad a un intenso bombardeo, mientras trataban de cortar sus líneas de abastecimiento, aunque el número de tropas de que disponían era claramente insuficiente para este fin. Los zaragozanos, por su parte, se afanaron en mejorar las obras de fortificación: parapetos, aspilleras, barricadas etc. dirigidos por Sangenís. Durante los días siguientes se produjeron diversos ataques puntuales franceses, siendo rechazados todos ellos.
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